Como todos los años, dejó en la ventana sus zapatos, un poco de comida para los reyes (con un mantecado doble con una etiqueta en la que se leía “Para Melchor”) y tres cuencos de agua para los camellos.
Consideraba que se había portado bastante bien durante todo el año, o al menos lo suficiente como para que sus deseos se cumpliesen. Había ayudado en casa y en la calle, había estudiado duro durante el curso y también había trabajado algo en verano. Cada vez se llevaba mejor con su hermano mayor y ya apenas se mordía las uñas.
Se acostó temprano. Pero la euforia contenida durante tantas horas no le dejaba cerrar los ojos. Era el ansia por dormirse pronto, para que la noche pasase rápido y así poder ver cumplidos sus deseos a la mañana siguiente. Entonces sintió que echaba de menos los tiempos en los que creía que los reyes magos no existían, cuando todo era más fácil. No tenía que preocuparse por portarse bien durante el año, podía dormirse con tranquilidad sin que nada en su mente le pusiese de los nervios y no tenía que andar rogando a nadie que le regalasen nada. Unos cuantos días antes de la noche del día 5 iba a un centro comercial y simplemente compraba lo que iba a regalar a sus seres queridos. Ellos harían más o menos lo mismo.
Pero sobre todo, en aquellos tiempos tenía la certeza de que ni los Reyes ni la magia existían, lo cual le otorgaba una madurez y raciocinio que le proporcionaban seguridad. Sus pasos eran seguros, sus decisiones firmes y su personalidad más fuerte que el acero. En cambio ahora sentía que se desorientaba ante las decisiones que tenía que tomar en la vida, como si muchas cosas que tomaba como ciertas estuviesen nubladas por la duda o el desconocimiento. Como si fuese un niño que está empezando a descubrir el mundo que le rodea.
Así que echaba un poco de menos aquellos tiempos en los que no creía en los Reyes Magos. Pero no tenía porqué preocuparse: sólo era un poco. Sabía, sentía que, en el fondo de su corazón, la magia y la ilusión caminaban cogidas de la mano.
Y una vida sin ilusión no tenía sentido. Eso sí que lo tenía claro.
Espero que se hayan cumplido todos vuestros deseos. Y si ha quedado alguno pendiente, todavía tenéis algo con lo que ilusionaros ;)
Salud y sed felices
-Dani
6 comentarios:
Genial :-D
Un abrazo
Estoy totalmente de acuerdo con Boheme. Creo que de todos tus post publicados me quedaría con este.
Un beso.
PD. Te veré por aquí cuando lleguen las nieves ;)
Vaya... muchas gracias a los dos :D
Sí a mi también me ha gustado. Y me he acordado de cuando era pequeña y mi hermana y yo teníamos la ilusión de los reyes magos.
Cuando crecimos mi madre nos dijo que podíamos pedir un deseo la noche de reyes, un deseo en voz baja dirigido a los verdaderos reyes magos. Y puedo decir que se me van cumpliendo.
Estupendo relato, con su estupenda vuelta de tuerca al status quo. Lo guay es que podria haberlo firmado Neil Gaiman.
Sigo enclaustrado con los examenes. Y ahora debo llevar gafas permanentemente. Si me dejo perilla parezco Buenafuente XD.
natalia .:· Me alegro de que tus sueños se vayan cumpliendo :)
Un abrazo
antonio .:· Gracias :D Suerte en los exámenes y lo de las gafas miralo por el lado bueno, ahora tienes más pinta de intelestuá. Y yo fíjate, de informático y sin gafas. Así no vamos a ninguna parte! xDD
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