jueves, 13 de julio de 2006

ºoO(muévete)

Hace algunos años vi en un documental a una persona con unos sensores colocados en su cabeza y a su vez conectados a un ordenador. Éste ordenador controlaba un pequeño coche conectado con cables. El individuo era capaz de mover el coche (torpemente, eso sí) con sólo pensar en moverlo. Los sensores se encargaban de recibir las señales que su cerebro emitía, que luego eran traducidas por el ordenador en órdenes al coche.

La idea en principio es simple: Nuestro cerebro controla nuestro cuerpo con impulsos nerviosos. Simples señales eléctricas, ni más ni menos. Podemos entender que esas señales que envía nuestro cerebro son siempre las mismas para una determinada orden en un momento dado. Simplificando el problema, podemos decir que siempre que pensamos en subir el brazo derecho, por ejemplo, nuestro cerebro emite el mismo conjunto de impulsos eléctricos para hacer que el brazo se mueva.

Vayamos un poco más allá. Todo nuestro cuerpo funciona con impulsos nerviosos enviados desde el cerebro. Todo lo que está delimitado por nuestra piel. También nuestros pensamientos y emociones. Cuando pensamos, nuestro cerebro también genera impulsos nerviosos que definen cada uno de nuestros pensamientos. Si veo un objeto en la mesa y pienso en moverlo, obviamente no lo moveré. Pero nuestro cerebro habrá emitido un impulso nervioso que sí caracteriza ese pensamiento: mover hacia delante.

Pensad ahora en los servicios de telefonía que funcionan reconociendo órdenes emitidas con la voz, en lugar de usar el teclado numérico. El principio más o menos es éste: primero se graban las órdenes posibles: “saldo”, “factura”, “salir”, etc. Luego se guardan esas grabaciones como patrones (modelos) para las órdenes posibles. Cada vez que un usuario diga algo se compara lo que ha dicho con los patrones disponibles. Si coincide con alguno, se lleva a cabo la tarea asociada a esa orden.

Bien. Pues imaginaos que se pudiesen grabar las señales eléctricas emitidas por el cerebro y usarlas como patrones, igual que en telefonía.

Visto hoy en las noticias de La 2: Investigadores de la universidad de Stanford han desarrollado un sensor que, implantado en la superficie de la cabeza, permite detectar los impulsos eléctricos del cerebro, que se envían a un ordenador que los analiza y traduce los impulsos en órdenes para controlar objetos externos.

De esta forma, un tetrapléjico puede mover un cursor por una pantalla simplemente pensando hacia dónde quiere que el cursor vaya, o controlar la televisión o una ventana motorizada. O mover la prótesis de una mano. O mover una silla de ruedas. Y así todo lo que se os vaya imaginando, porque en el momento en que el sistema puede aprender nuevos patrones usando al paciente como entrenador, las posibilidades son virtualmente ilimitadas.

Y esta vez el cursor ya no se mueve torpemente por la pantalla, como en aquel documental de hace años. Imaginaos lo que veremos en un par de décadas o así... Imaginaos que se fusionase esta tecnología con otras como el bluetooth o redes WiFi... Visto así, controlar cosas a distancia con la mente ya no parece algo paranormal.

Como veis, el principio era teóricamente posible y viable en potencia. Sólo era cuestión de tiempo. La tecnología ha ido avanzando hasta llegar a hacer esto posible.

Aquí tenéis algunas noticias que hablan de investigaciones relacionadas. No he encontrado nada que haga referencia a la noticia que he visto hoy en La 2. Si alguien encuentra algo obtendrá un pequeño qvark agradecido ;)

Consiguen que una prótesis robotizada se active por impulsos cerebrales

Científicos europeos desarrollan mano biónica

Interfaz Cerebro-computadora (Universidad Politécnica de Valencia)

jueves, 6 de julio de 2006

a propósito de viajes y puertas


bambú
Originally uploaded by qvark.
Cada viaje que realizas es como un tránsito entre dos mundos. Es como cruzar una puerta, pero a lo grande.

Hay algunas puertas que pasan desapercibidas cuando las cruzas. Como por ejemplo la puerta que separa tu dormitorio del pasillo. La cruzas a diario, decenas de veces. Pura rutina.

La puerta que separa tu casa de la calle exige mayor atención, sin embargo. Supone abandonar el hogar y entrar en el mundo exterior. Pasar de lo conocido a lo desconocido. Porque, aunque nos creemos que conocemos lo que hay ahí afuera, la calle nos puede sorprender con algo distinto cada día. Los días nos pueden parecer iguales, pero por lo general es nuestro ánimo el que hace que parezca así.

La puerta de un museo nos puede llevar al mundo de hace miles de años. La puerta de un restaurante o un bar de copas nos puede llevar a una noche inolvidable. Y la de un cine también nos puede transportar en el espacio y en el tiempo.

La puerta de tu primera empresa, por la que entras el primer día de tu primer trabajo. Cuando llevas ya un tiempo dentro es posible que acabes aborreciéndola si la emoción del primer sueldo ya la enterraron las broncas del jefe y el estrés diario. Pero un buen día la cruzas y, de repente, algo en tu mente salta y revives la primera vez que pasaste por esa puerta. Te das la vuelta y la miras. Desde dentro, no desde fuera. Y sonríes, porque a pesar de todo has llegado más lejos de lo que pensabas en un principio.

Hay puertas que un día decides cruzar sin saber muy bien a dónde te llevarán. Es como entrar en una habitación a oscuras. Al principio sientes miedo al vacío, a lo indefinido. Entonces te lanzas y das el salto. Descubres que no era tan dramático, que sigues vivo a pesar de estar en la oscuridad. Después de todo, cuando cierras los ojos también estás a oscuras... pero ahora andas desorientado, dando palos de ciego. Poco a poco, tus ojos se van acostumbrando a la oscuridad. Al final eres capaz de moverte con soltura en la habitación, la percibes como si fuese de día, la conoces como si fuese tu casa.

Un viaje planificado lo encuentro similar al umbral de mi casa. Sabes lo que te vas a encontrar de antemano, pero a los imprevistos les gusta colarse en tu vida, y tienes que aceptarlo aunque a veces no te gusten.

Un viaje no planificado es como cruzar la puerta que te lleva a la habitación oscura. Es como ir a Madrid de noche y solo, en autobús, sin mapa, sin conocerte ni la ciudad ni el metro. Sin saber si saldrá bien o no, pero con el corazón cargado de ilusión.

La habitación oscura está esperándote al final del viaje. Cruzarás la puerta a eso de las nueve de la mañana. Hora local. :)