jueves, 27 de marzo de 2008

tibio de primavera


El vagamundo
Originally uploaded by Odelot

Mi bicicleta avanza lentamente, escalando poco a poco el puente que me llevará a casa. Son ya las once menos veinte de la noche y la calle está desierta. Únicamente un coche se atreve a perturbar el silencio que me rodea. El sonido de su caucho contra el asfalto me huele a calle mojada.

La ciudad entera cae pesadamente en un sueño tibio de primavera. El olor a azahar se mezcla con el hollín y el polvo que respiran los carteles publicitarios.

Allá abajo, un tren que acaba su jornada se arrastra suavemente a su andén, deslizándose en una curva y acompañado por el rítmico golpeteo de sus ruedas de hierro al pasar por el cambio de agujas. Allí dormirá hasta mañana al amanecer. O antes.

Al otro lado del puente veo la estación, libre ya del alboroto que la inundaba hoy sin descanso. Allá a lo lejos brillan dos torres puntiagudas y más allá, a su derecha, otra torre más grande, cuadrada y también puntiaguda, se levanta solemne por encima de los tejados.

Un chico le tira un palo a su inquieto perro, que mueve el rabo alegre mientras salta y salta, poseído por su instinto ciego, persiguiendo el palo y apresándolo entre sus dientes, para luego traérselo a su dueño, su amigo, su igual.

Y me doy cuenta de que ahora mismo, mi casa es Sevilla. Al menos ahora, y al menos mi casa.