miércoles, 4 de febrero de 2009

modelo animal, modelo humano

Junta de Andalucía. Consejería de Salud. El Decreto 364/2003 dice en el Capítulo III, artículo 6, punto 2, apartado e), que los proyectos de investigación que se realicen con preembriones humanos, para ser autorizados, deben justificar científicamente "la imposibilidad de desarrollar esa investigación en modelo animal y que la finalidad de la misma es mejorar la salud y la calidad de vida de las personas".

No voy a decir nada acerca del uso de preembriones humanos, porque hoy en día ya hay información y debate suficiente como para que cada uno pueda formarse una opinión personal. Lo que me ha movido a escribir es la segunda parte del extracto, en el que se determina que sólo se permite la investigación con preembriones si se demuestra que dicha investigación no puede realizarse con animales.

Nosotros somos animales. Animales humanos, pero animales. Venimos de la misma raíz, y la continuidad evolutiva nos muestra que, tanto física como fisiológicamente, compartimos muchísimas cosas en común. Eso es evidente. Sin embargo, los humanos hemos desarrollado una capacidad intelectual que nos permite ser conscientes de nuestra propia condición de ser vivo (Esto ya se sabía para los delfines y algunas especies de chimpancés, y en 2006 se demostró que los elefantes también comparten con nosotros esa capacidad). Eso nos diferencia de la mayoría de los animales. Y aunque en sí misma no una diferencia muy grande, esta cualidad unida a la inteligencia humana nos permite reflexionar acerca de nosotros mismos y nuestra situación en el entorno que nos rodea. Así, se retroalimenta, haciendo crecer nuestro ego y situándonos en un plano superior al resto del reino animal. Que nos creemos que es así, vaya.

"La imposibilidad de desarrollar investigaciones en modelo animal..." Leyes creadas para el beneficio de la especie humana, únicamente. ¿Con qué derecho podemos crear una ley que no sólo beneficia únicamente al ser humano, sino que perjudica al resto de seres vivos con los que compartimos el planeta?

Bueno, podemos pensar que creamos esas leyes con el derecho que nos da el ser más inteligentes que los animales. Pero sabemos que algo no encaja. Algo nos dice que eso no es justo. No investigaríamos con nuestro perro, nuestro gato o nuestro cobaya. Entonces, ¿por qué sí con animales anónimos? En los laboratorios, los animales con los que se investiga no tienen nombre: están identificados por un número, un código. ¿Por qué? ¿Es que tendríamos cargo de conciencia si tuviesen un nombre? ¿Nos sentiríamos mas cercanos a esa vida sobre la que vamos a realizar experimentos que sabemos que van a hacerle sufrir? Da que pensar.

Nuestra inteligencia es un regalo, y tenemos derecho a utilizarla. Pero como todo derecho, lleva un deber consigo, una responsabilidad. Intuímos que los animales sienten alegría, miedo, ira, tristeza... Solemos decir que actúan "como si" experimentasen esas emociones. Pero nuestra inteligencia, que nos sitúa en ese plano superior, nos invita a pensar que es una ilusión nuestra, que realmente es imposible que sientan lo mismo que nosotros. No es así. La misma continuidad evolutiva que hace que nos parezcamos tanto físicamente y fisiológicamente a los animales también ha hecho que nos parezcamos emocionalmente. Pero eso es más dificil de comprobar, porque no podemos preguntarle a un animal si está triste. Lo observamos, parece que está triste, se comporta de manera similar a como lo haríamos nosotros si estuviésemos tristes, pero aún así nos cuesta creer que esté triste. Realmente lo está. No hay razón para pensar lo contrario. Si tiene cabeza, manos y pies, un cerebro, costillas, un corazón... igual que yo... ¿por qué no iba a tener las mismas emociones que yo? La evolución también actúa ahí. Y aunque no se pueda demostrar que sienten emociones, la situación que se crea al considerar que las tienen es más beneficiosa que si consideramos que no.

Y si no lo aceptamos, entonces ¿qué opción hay? Podemos creer que, aun siendo animales, se nos ha otorgado (¿quien?) los dones de la inteligencia y de las emociones. No se qué será más difícil de demostrar...

Debe existir una solución a la experimentación animal. Si el ser humano ha llegado hasta aquí es por su propia capacidad de superar obstáculos. No debemos menospreciar una vida animal simplemente porque seamos incapaces de comprenderla. Se debe hacer un esfuerzo por encontrar técnicas de investigación no invasivas, que no deterioren el bienestar de los animales no-humanos ni atenten contra su vida. Yo creo que es posible. Lo único que hace falta para cambiar el rumbo es tomar conciencia de que los animales, aun sin tener la inteligencia humana, comparten con nosotros la capacidad de sentir dolor, alegría, tristeza o miedo.

Un ejemplo real de cómo el tomar conciencia de algo puede suponer un cambio de rumbo hacia la superación de un obstáculo que en principio se cree imposible. Shinya Yamanaka es uno de los científicos que ha sentado las bases para la reprogramación celular, que se utilizará para crear tejidos humanos de cualquier tipo a partir de células adultas, y no de células madre extraídas de embriones humanos. Lo que hizo que se interesase por la reprogramación fue que, en cierta ocasión, vio por primera vez un embrión humano al microscopio. Le impresionó darse cuenta de la pequeña diferencia que existía entre ese embrión y sus hijas pequeñas, lo cual le hizo tomar conciencia de lo grave que era la investigación con embriones, y que debía hacerse algo para dejar de investigar así. Supongo que él y su grupo de investigadores seguirá experimentando con animales, pero seguro que en un futuro próximo habra otro cambio de rumbo a mejor.