jueves, 28 de abril de 2005

hibernando

No es el mismo, mírale. Se comporta de manera un tanto extraña. A veces lo puedes ver sonriendo mirando a las nubes. Otras veces se queda con la mirada perdida, en el infinito, como navegando por otros mundos cubiertos de tonalidades verdes, azules y marrones, mundos donde el ruido de las olas sólo se puede comparar con el susurro del viento en los árboles del bosque, el cuchicheo del agua en las piedras del río o el crujido de una montaña en medio de la tormenta.

Sabes, a veces echo de menos al que solía ver la vida de una forma mucho más simple, aquel cuya mayor preocupación consistía en sacar demasiados cates y verse castigado sin salir o sin jugar. El que ahora ves se parece mucho al otro, pero éste tiene miedo. Miedo de dudar de su felicidad. Porque, aunque lo veas radiante en su mundo de sueños e ilusiones, en el fondo es consciente de que sus pies pisan otra tierra distinta a la que pisa su corazón. Se consuela pensando que en realidad muy poca gente es del todo feliz, pero en su duda también hay sitio para esa reflexión.

Hay un salto muy grande entre el otro y el que ves. El otro tenía momentos bonitos y momentos feos. Esos momentos feos eran amargos por la frustración de no poder tener lo que quería. No llegaba más allá. Éste, cuando tiene momentos feos, se dedica a darle vueltas a la cabeza buscando inútilmente una solución al problema. No se da cuenta de que, si pretende basar su felicidad en las cosas sencillas que le rodean, no tiene sentido volverlas complicadas con clasificaciones, mediciones, ponderaciones, análisis... sería una contradicción.

Y luego escribe lo que piensa, lo que ve, lo que siente. Tiene gente que le escuche, que le desahogue, no necesita escribirlo todo... Pero aún así prefiere gritarlo al viento. Tal vez piensa que prefiere gastar su tiempo con sus amigos y no el de sus amigos con él. Qué tontería.

Sin embargo, hay algo en éste que me recuerda mucho al otro. Éste teme encontrar algún día algo más interesante que escribir lo que siente y lo que ve. O, dicho de otro modo, tiene miedo de dejar de necesitar escribir. Si eso ocurriese, correría el riesgo de volver a hibernar indefinidamente. Y tal vez, mucho tiempo después, apareciese un tercero. Ni el que ves, ni el otro. No creo que le ocurra eso. Pero no se sabe nunca... Me dijo que, después de todo, no se estaba nada mal hibernando :)

jueves, 21 de abril de 2005

escuchando a las estrellas

En una cálida y fresca noche de Julio, tumbada boca arriba en la suave hierba y con la luna llena brillando sobre su cabeza, contemplaba cientos de miles de estrellas de infinitos colores. Rojas, celestes, ámbar, turquesas... tintineaban silenciosas en la pacífica noche. Sólo el canto olvidado de un pequeño grillo y el ruido de la suave brisa de verano en los árboles se dejaban oír de cuando en cuando. El sonido de los abedules al jugar con el viento le hacía sonreír, siempre le recordaba a las olas del mar. Ella nunca había visto el mar, pero sin embargo lo había soñado muchas veces. Y los sueños nunca mienten.

Sonrió y miró a lo alto. Fijó su mirada en el infinito, en la estrella más lejana que podía ver, para después abrir su mirada como si fuese un cohete de fuegos artificiales que al estallar lanza su luz en todas direcciones. Así, abarcando todos aquellos minúsculos puntos de luz al mismo tiempo, era mucho más fácil cazar estrellas fugaces. ¡Una estrella, un deseo!.

¿Minúsculos puntos de luz?, pensó. En realidad sabía lo que era una estrella, lo había aprendido en la escuela, y sabía que no eran tan minúsculas como parecen. De hecho sabía que en cada minúsculo punto de luz cabían cientos de planetas como en el que ella vivía. Y también sabía que estaban inmensamente lejos, mucho más de lo que nos podemos imaginar.

Se me ha olvidado decir que le encantaba escuchar a las estrellas. Era su gran pasión, desde la noche en que las escuchó por primera vez, cuando era aún más pequeña. ¿Que de qué hablan las estrellas? Bueno, ellas no usan un lenguaje como el que usamos nosotros. Ni siquiera necesitan hablar de algo en concreto para comunicarse, como hacemos nosotros. En realidad ni siquiera hablan. Sólo ríen. Ríen y ríen. A veces muy suavemente, casi sin hacer ruido, a veces entre dientes y a veces a carcajada limpia. Pero esto último sólo pasa cuando tienen alguna tormenta, lo cual les hace unas cosquillas terribles. Verlas reírse es muy fácil, sólo hay que fijarse en cómo tintinean. Escucharlas requiere un poco más de paciencia. Ella sabía cómo. Decía que el truco estaba en cerrar los ojos...

Pero esa noche supo algo más: pensó que, como las risas llegaban desde sitios inmensamente lejanos y esa distancia lleva mucho tiempo recorrerla, eran también risas que rompieron hace una cantidad inmensa de años para llegar a ella mucho tiempo después. ¡Estaba escuchando el pasado!. Y no sólo un pasado, porque cada estrella le hablaba desde un sitio distinto. Estaba escuchando tantos pasados como estrellas había en el cielo. Y todos al mismo tiempo.

Cerró los ojos. La suave brisa le refrescó la cara, enrojecida por la impresión al comprender lo diminuta y vulnerable que era ella en la inmensidad del universo, y a su vez lo poderosa que era al tener la magia de escuchar el pasado.

De pronto empezó a sentir como si la hierba y la tierra sobre la que yacía estuviese alejándose de su cuerpo. ¿O era su propio cuerpo el que estaba alejándose? Se estremeció. Sintió la tentación de abrir los ojos para ver qué estaba pasando, pero su instinto se lo impidió. Algo extraordinario le estaba ocurriendo. Sintió la tentación de gritar y escapar de lo que empezaba a parecer una trampa, pero su valentía y su innata curiosidad se lo impidieron.

Pronto perdió el miedo. Las cálidas risas de las estrellas y la brisa que la envolvía la tranquilizaban. Hacía tiempo que dejó de sentir la hierba en su espalda, y no era capaz de imaginarse dónde estaba. Pero no le preocupaba mucho, porque mientras tuviese los ojos cerrados podría seguir escuchando a las estrellas. De repente descubrió que así también podía verlas, pero de una forma muy diferente a como se ven las cosas con nuestros ojos. Y, en ese mismo instante, intuyó que ya nunca más podría abrir los ojos de nuevo.

Sonrió.


En el winamp: qvark - Toys
En la mesa de noche: un vasito de agua :p

miércoles, 20 de abril de 2005

un proceso fisiológico

Nota: Esto lo escribí el 2 de Abril. Lo tenía guardado en plan comodín, para cuando hubiese sequía mental :)

AstraRvp, dices que el amor es un proceso fisiológico. Es pura química. Y que es un hecho, mal que nos pese a muchos. Yo también creo que todo eso es verdad, pero a pesar de eso, sigo creyendo que hay algo más que no podemos explicarnos. Y también podría creer que me estoy "engañando" al creer eso. Pero dentro de mi creencia no me estoy engañando. Por encima de todas las teorías o demostraciones físicas, químicas y matemáticas, siempre hay algo a lo que no podemos dar explicación. Llegas a un punto en el que dices "Y ahora, ¿qué? ¿qué había antes de esto?" Y sabes, creo que es mejor así, más divertido, más emocionante. Unos crean religiones con aquello que no pueden demostrar, otros se pasan la vida intentando llegar cada vez más lejos en las demostraciones, y otros simplemente vivimos con la idea de que no todo tiene porqué ser explicado. ¿Qué por qué no? Bueno, plantéatelo así... ¿y por qué iba todo a tener una explicación? ¿No podría ser nuestra mente humana la que, basándose en la experiencia, nos exige una explicación a todo?.

Dices que aceptando el amor como un proceso fisiológico tienes un cabo más atado, y que así te explicas muchas cosas. Vale, puede ser que necesites tener ese cabo atado para darle explicación a muchas cosas que a lo peor te han atormentado en algún momento de tu vida. Yo también he sentido esa necesidad. O tal vez es espíritu científico que tienes, pero a tope. Otros, como yo, llegamos a veces a un punto en el que creemos que la vida no tiene porqué ser siempre perfecta y libre de todo sufrimiento. Puedes llamarlo aceptación, pero también puedes pensar que si no hubiese momentos feos no sabríamos valorar los buenos. De hecho cuando tenemos algo no sabemos valorarlo hasta que lo perdemos... Lo bueno nos parece bueno porque podemos compararlo con algo malo. Aunque hay gente que cree que podría existir un mundo perfecto en el que sólo existiese bondad, yo no lo creo así. Creo que, como en todo, debería haber un equilibrio. No creo que pueda existir nada positivo sin su opuesto negativo.

Yo ya he probado a vivir de dos maneras diferentes, la idealista y la realista. En la primera volaba alto, muy alto, sin mirar al suelo. Pero cuando me caí... comprendí que de vez en cuando hay que mirar a qué altura has llegado, porque jode. En la segunda tenía la tranquilidad de que nunca me iba a caer desde lo alto, pero era porque prefería quedarme a ras de suelo y no volar. Me conformaba con lo que tenía, me gustase o no, y me sentía seguro porque creía controlar todo lo que me pasaba. Pero a la hora de la verdad, cuando miré alrededor y nada de lo que veía me llenaba, nada de aquello en lo que yo había confiado me transmitía confianza, se me vino el mundo encima. Por lo visto yo sin ilusiones, aunque sean casi imposibles, pierdo el ánimo muy fácilmente...

Es la diferencia que hay entre dejarse llevar por la corriente y quedarse mirando el río desde la seguridad del puente. Y creo que lo mejor no es ni una cosa ni otra. O mejor, las dos.

Pues con el amor es lo mismo. Estoy de acuerdo en que puede ser algo completamente fisiológico. Soy de los que creen más en la ciencia que en la magia. Pero aún así prefiero dejarme llevar por la ilusión y creer que los latidos no son sólo fruto de un proceso químico en mi cuerpo, sentir que hay algo ahí desconocido que yo no puedo controlar y nunca entenderé, pero que le da mucho más sentido a mi vida que un tratado sobre bioquímica.

Salud.

miércoles, 13 de abril de 2005

porque sí

Hoy también he ido a estudiar al campus. Cuando llevaba media hora sumergido en el maravilloso océano del diseño arquitectónico de sistemas me desperté con el ruido de los apuntes al caer de mis manos. 6:15pm. Claro, la hora de mi cafelito :)

En la barra de la cafetería me encuentro con un hombre ya mayor, del gremio de los abuelos. Comenta en plan broma que con la edad la gente se pone insoportable para pedir café, que si no muy cargado, que si con leche no tan caliente, que si sacarina... le sigo el chiste y empezamos a charlar porque sí.

En los bares es bastante normal charlar con la gente porque sí, aunque no los conozcas de nada. Supongo que yo no suelo hacer eso por timidez... o porque hablar por hablar no me suele salir bien. Cuando voy solo suelo sentarme y observar. O escribir. Pero esta vez me apetecía charlar. Estuvimos hablando de los estudios y tal, y cuando le pregunté que si daba clases en la universidad (tenía pinta de ser profesor) me sorprendió diciéndome que no, que él estaba aquí en el Aula de Mayores, donde estudia biología, física, economía, psicología... porque sí, sin más inquietudes que la de aprender, simplemente. Se había jubilado hacía poco, después de más de 40 años en la primera y única empresa en la que había trabajado (algo impensable hoy en día, empezar a trabajar y jubilarse en la misma empresa). Ahora empezaba una nueva etapa para él, y por lo visto no tenía intención de desperdiciarla viendo la tele todo el día o dando tumbos sin hacer nada. "La cabeza hay que mantenerla siempre activa", me decía.

Me recordó a aquel estudiante con el que un día tuve la suerte de charlar en una facultad de Cádiz, hace ya cinco años. Tenía el chaval 74 años, siete carreras a su espalda y los problemas de próstata no le impedían estudiar Historia. De oyente, pero ahí estaba. Por amor al arte. Porque sí.

Ojalá yo fuese así si algún día llego a esa edad. No digo haber trabajado 40 años en el mismo sitio (demasiado sedentarismo), ni con siete carreras (afortunadamente mi cabeza no está hecha para aguantar eso), pero sí con el espíritu de estas dos personas, con las mismas ganas de seguir descubriendo cosas sin que la edad me eche atrás. Mientras no deje que los años me vuelvan viejo no dejaré de ser un niño :)

PD: Gracias cuñá por la foto ;)

sábado, 9 de abril de 2005

Italiano para Principiantes

Italiano para principiantes es la tercera película de la directora danesa Lone Scherfig. Me puse a buscarla después de ver Wilbur se quiere suicidar, también de la misma directora. Es cine escandinavo, un poco raro, independiente, muy distinto a lo que Hollywood nos tiene acostumbrados. Hay mucha gente a la que este tipo de cine no le dice gran cosa, y yo mismo hay veces que pienso "uf, esto es demasiado surreal, no hay por donde pillarlo...". Pero aseguro que eso no pasa con estas dos películas de Lone Scherfig.

Está realizada bajo los preceptos de Dogma 95, que básicamente es una especie de decálogo creado por un grupo de cineastas daneses que estaban, aparte de un poco idos de la bola, preocupados por el rumbo que estaba tomando el cine, demasiado comercial y artificial bajo su punto de vista. Lo de Dogma 95 me parece un poquito excéntrico, y tal vez por eso también interesante.Y, si no se les sube a la cabeza a los que lo hacen, creo que puede ser hasta beneficioso para el cine.

Italiano para principiantes es un poco dura a ratos, pero sabe suministrarte muy bien la dosis de drama, amor y humor para que el resultado te deje buen sabor de boca. Algo que también experimenté con Wilbur se quiere suicidar. Algo que echo en falta en la mayoría de las películas de Hollywood, que me parecen a veces demasiado facilonas o superficiales. Claro que a lo mejor es precisamente eso lo que pretenden conseguir los directores americanos con sus películas comerciales. Es bueno que haya de todo, ¿no?. Muchas veces apetece ver una película para pasar el rato nada más, sabiendo de antemano lo que va a suceder en la siguiente escena...

martes, 5 de abril de 2005

no debería

Sé que no debería estar escribiendo esto, que puedo engancharme y acabar como un yonki. Pero necesito desahogarme o reviento. Ahora mismo no puedo pensar en nadie para contárselo sin que intentase aconsejarme. Hoy sólo necesito gritar un poquito.

Tal vez sea porque ayer estuve toda la tarde estudiando con sus apuntes, o tal vez sea porque hay obras en mi casa y estuve sacando la cama de mi cuarto. Al darle la vuelta vi una tablilla rota. Me quedé paralizado al recordar el día en que se rompió, hará probablemente más de cinco años ya. Estábamos jugando a hacernos cosquillas salvajes y en una de esas rompimos una tabla, lo cual hizo que nos riéramos aún más. Me acordé de todo eso y sonreí. La verdad es que fue como un pequeño claro de cielo azul en un cielo cubierto de nubarrones. Prácticamente todo lo que podía recordar de ella eran malos momentos, miradas apagadas, temores y frustración. Pero ayer me acordé de el mágico momento y me sorprendí a mi mismo sonriendo al recordarla, sin tristeza pero con nostalgia. "Pues claro que también hubo buenos momentos...". Si, y también complicidad, vida despreocupada, cariño, risas y esas cosas buenas.

Pero en los sueños tu mente juega con las piezas de puzzle que ha ido recogiendo a lo largo del día. Por eso me desperté en mitad de la noche de un mal sueño. Era como una especie de flash back a los últimos días que pasé en Noruega, con el mismo guión pero en otro lugar. Y los personajes eran los mismos pero en su situación actual. Del mismo modo que hace muchos años nosotros éramos almas gemelas (o al menos yo lo sentía así), ahora eran ellos las almas gemelas. Y mucho más gemelas de lo que lo éramos nosotros.

Sé que no me conviene para nada darle vueltas a todo esto, que las cosas están mucho mejor ahora, que seguir tal y como estábamos era como darse cabezazos contra una pared en el fondo de un callejón sin salida. Pero el recuerdo de ayer de las risas y la pesadilla de anoche me han dejado hoy bastante tocado. Y para salir a flote sólo se me ocurre gritarlo.

Tengo en mi mano un frasquito de cristal con esencia de aceites exóticos para masaje. Lo compré en una herboristería hace mucho, mucho tiempo. Lo he encontrado hoy limpiando mi cuarto. Por lo visto se escondió el día en que enterré el tesoro, maldita sea.

Ahora puedo elegir entre llevarlo al cofre junto con todo lo demás o abrirlo antes y oler el aroma, aunque sea un poquito nada más... Con sólo mirarlo ya puedo recordar el olor, cargado con cientos de emociones. Intuyo que abrir el frasco y olerlo podría atormentarme aún más, y quiero aprender a no ser amigo del masoquismo emocional... Si fuese otro día lo habría metido en el cofre sin más, pero tuvo que caer en mis manos precisamente hoy. Y ahora no puedo dejarlo cerrado, pero tampoco puedo abrirlo. Pero es que quiero abrirlo, y sin embargo debo dejarlo cerrado...

Se acaban de llevar mi café

...y todavía me quedaba medio dedo. La camarera me pilló distraído mientras escribía y fue tan rápida (aka tenía tanta prisa) que ni me dio tiempo a decir "espera...". Además, en la situación habría sido un poco chocante un "todavía me quedaba medio dedo de café...". Vaya, el caso es que ya no puede uno ni disfrutar de un cafelito con leche por la tarde...

En verdad estaba estudiando en la sala de lectura del campus, pero de repente me pareció más agradable estudiar en la cafetería, con el ruido de la gente charlando y las cucharillas al chocar con los platos de café. Y en verdad era más agradable. Hace tiempo no podria haberlo hecho, necesitaba silencio para poder estudiar. No se porqué ahora ya no es así, pero me gusta más.

Este último fin de semana fue un poco desmadre... El sábado salí con unos amigos a una discoteca de un pueblo vecino. Como experiencia etnográfica estuvo genial, pero como ahí o bailas o bebes (charlar va a ser que no, si acaso dejarte las cuerdas en el intento), y no tenía ganas de bailar y tampoco de alcohol (y además me tocaba a mi conducir)... me metí 5 cocacolas. A un euro cada una... salía rentable y todo :). Claro, cuando volvimos a casa a las 3 y media no pude dormir hasta las 7 y pico. Pero a las 9 había quedado con la misma gente para ir a un partido de fútbol, que jugaba uno de ellos y había que animarlo. A la vuelta comimos en una venta perdida en la campiña jerezana. Muy de aquí, con sus viñas y eso, se comía muy bien y de precio razonable... y con mosto de la casa. Demasiado mosto de la casa, la verdad :P. Pero se estaba bien. Quien se pase un día por Jerez está invitad@ :D (kedadas masivas de ámbito brutal excluidas de la oferta).

www.houseoftola.com
Llego a casa, duermo un poco y quedo luego con más gente en un café donde había una jam session de blues, rock y lo que saliese luego. Ahí conocimos a un chaval de poco más de 17 años que era un genio en el piano y a un grupo compuesto por un viejo rumano bohemio trotamundos que tocaba un violín más viejo que él, un acordeonista de no se dónde y un guitarrista que decía que era de mesopotamia, donde los sumerios, aunque tenía más pinta de sioux y hablaba arameo (arameo legítimo, no es que no lo entendiese. Bueno, también, claro...). Aparte había vocalistas, bajistas y guitarristas muy buenos... Lo más seguro es que eso de las jam sessions sean algo muy común en ciudades como Madrid o Sevilla, pero aquí abajo no hay tantas, y era a la primera que iba. Estuvo genial, pero llegué a casa a las once y media con la cabeza como un balón de nivea y los ojos rojos de la gente fumando en el pub (a ver cuando nos enteramos, que fumar mata y tal y el humo tiene benceno, nitrosaminas y formaldehídos de los malos).

Este fin de semana estuvo bien porque conocí a mucha gente, muchas maneras distintas de entender y vivir la vida. Pero al final tuve la sensación de haber vivido demasiado este fin de semana. Tanto universo le vino esta vez un poco grande al qvark...

Oyendo: Una de las diez canciones que ponen en kiss fm

viernes, 1 de abril de 2005

buenos dias

Hoy, a media tarde, cuando estaba dando un paseo con mis perros me sucedió algo raro: un desconocido, uno de tantos, pasó cerca y me dijo buenas tardes. "Hola", le respondí. Pero me sentí ridículo al saludar a alguien que no conozco de nada y nunca antes había visto en mi barrio. Lo primero que pensé es "este tío está loco, sólo los locos saludan a la gente sin venir a cuento...". Pero en verdad no tiene porqué. Puede que le apeteciese saludar a alguien y ya está. Si eso es estar loco... no se, tal vez deberían haber más locos en este mundo. Me hizo pensar un poco en la jungla que es cualquier ciudad grande.

simon.blogs.com
Una vez vi un documental sobre las relaciones humanas en las grandes ciudades. Decía que se suele saludar a quien se conoce. En los pueblos casi todos se conocen, así que es costumbre saludar aunque no conozcas a quien saludas (en los pueblos más pequeños de la sierra de Cádiz suele ser así). Las calles de una ciudad están llenas de gente, y si estuviésemos saludando continuamente a todo el mundo no tendríamos tiempo de hacer otra cosa. Por eso tendemos a no conocer gente nueva sin motivo. A veces sucede que vemos a las mismas personas todos los días en la parada del autobús pero, como no los conocemos, pues no decimos nada... y ellos igual. Parece una especie de convenio mutuo...

Mis padres me cuentan que, cuando ellos eran pequeños, una casa de vecinos era como una gran familia. Se ayudaban y se conocían a fondo... a veces demasiado a fondo. Y todavía hoy, al menos en el sur, es común saludar a los vecinos del bloque donde vives aunque a veces lo único que sepas de ellos es la planta en la que viven. Buenos días, buenas tardes, y tal. No sé como será en el resto de España o en Latinoamérica, pero aquí suele ser así. Se puede pensar que es un poco hipócrita, pero también se puede pensar que es parte de la manera de ser de la gente sencilla, no se... ¿botella medio llena o medio vacía?

En Noruega por lo visto es muy distinto. Allí no saludan a no ser que te conozcan de antes. Incluso siendo vecinos. Yo vivía en un bloque de estudiantes y al principio, por costumbre, saludaba en la escalera a los vecinos. Me miraban como miré hoy al que me saludó por la calle: "Este tío o me ha confundido con otro o está un poco loco". Sólo que ahí no respondían, se quedaban callados. Pero al final se enteraban de que era español y me saludaban. Supongo que entenderían las distintas costumbres de cada país. Me comentaron que en esa zona de Noruega la gente suele tener grupos de amigos muy cerrados y que no suelen mezclarse grupos entre si...

Lo que me llamó la atención hoy es como pensé que sólo los locos saludan por la calle a los desconocidos, cuando en realidad sería mas bonito si pudiese ser así siempre.

Escuchando: Dire Straits – Tunnel of Love
Comiendo: Torrijas de mi mare :)~