domingo, 25 de diciembre de 2005

no es duro caer

there’s still a little bit of your taste in my mouth
there’s still a little bit of you laced with my doubt
it’s still a little hard to say what's going on

there’s still a little bit of your ghost your witness
there’s still a little bit of your face i haven't kissed
you step a little closer each day
that i can’t say what's going on

stones taught me to fly
love taught me to lie
life, it taught me to die
so it's not hard to fall
when you float like a cannonball


Damien Rice - Cannonball

Os deseo una Feliz Navidad (o Fiestas de Invierno en su defecto) a tod@s :)

viernes, 23 de diciembre de 2005

el qvark inquieto (II)


11 Agosto 2005 - 13.30
Kirkenes


"El viaje desde el aeropuerto de Kirkenes hasta el pueblo lo pasé mirando colinas con árboles bajitos y pelados, arbustos bajos y musgo, mucho musgo. Cuando llegamos a Kirkenes el minibús hizo una parada de un par de horas para recoger a más viajeros que iban también a Murmansk.

Y ahí estaba yo, sólo, en una plaza de un pueblo perdido en el círculo polar ártico. Me sentía libre. Era la sensación de estar lejos, muy lejos de todo lo que había conocido en mi vida hasta ese momento, la sensación de tener entera responsabilidad sobre uno mismo y por lo tanto de hacer lo que uno quisiera con su vida. Y lo que hice fue comprarme medio pollo asado calentito y comérmelo en un banco de la plaza.
"

Al leer esto después de lo que escribí ayer me he sentido un poco fuera de lugar.

Lo fácil aquí es pensar que en realidad vivo en un mundo de lujos, que puedo viajar lejos de vez en cuando, comprarme medio pollo caliente cuando quiera, hacer fotos, y en definitiva poder dedicar parte de mi tiempo y dinero a puro ocio. Pero tal vez no debería sentirme mal por poder disfrutar de todo esto. Si lo hiciese todos los días podría considerarse derrochador y poco ético, teniendo en cuenta que la inmensa mayoría de los habitantes de este planeta jamás podrían hacer lo mismo. Pero en el fondo creo que en el mundo hay recursos suficientes como para que todos pudiésemos permitirnos ese lujo alguna vez en la vida. Pero los recursos están tremendamente mal repartidos. Quiero creer que es así, que el estilo de vida que yo tengo no es derrochador pero tampoco austero, y que se puede hacer algo para que el mundo llegue en algún momento a ese equilibrio.

Lo que quiero decir es que no hace falta que hoy desayune una tostada con mantequilla en vez de un par de donuts sin boquete para solucionar el hambre en el mundo. Pero tampoco creo que necesite cenar hoy angulas (estas navidades el kilo se cotiza casi a 1.000€, más de 160.000 pesetas) para poder seguir viviendo mañana.

jueves, 22 de diciembre de 2005

no lo se

No se exactamente qué es lo que hay que hacer, y en qué medida.

Es la sensación de estar perdiendo el tiempo, o por lo menos de no estar aprovechándolo de la forma más justa. Sentir y ver que el mundo no va bien y que aunque soy muy pequeño podría hacer más de lo que hago. Pero hasta ahora no he hecho gran cosa, no se si por que no soy consciente del tamaño del problema, o por egoísmo, o por un miedo (natural?) a perder lo que tengo. Tal vez sea eso, miedo a perder el control sobre mi vida si llego a involucrarme demasiado en los problemas de los demás, suponiendo que haya un demasiado o que yo tenga derecho a pensar que hay un límite en ayudar a que haya un equilibrio en este mundo.

Y no estoy tranquilo. Después de todo aqui se vive como se vive porque en otros sitios se malvive como se malvive...

lunes, 19 de diciembre de 2005

habrá que hacer algo


- Que... ¿qué te pasa?
- ¿Sabés donde está la lancha?
- ...no, no la veo.
- Voy a festejar mi cumpleaños del otro lado.
- Claro si, mañana cuando... encontremos la lancha va a ser la fiesteja de tu cumpl-
- No, ahora
- No ahora no...!
- Mi cumpleaños es hoy, no mañana.

jueves, 15 de diciembre de 2005

Miedo y asco en Las Vegas

Bastante caótica. Entretenida, pero caótica.

¿Qué pasa cuando mezclas Pulp Fiction de Tarantino y El Sentido de la Vida de los Monty Python (con un poco más de éste que de aquel)?

Miedo y Asco en las Vegas cuenta cómo el reportero Raoul (Johnny Depp) y su abogado samoano Dr. Gonzo (Benicio del Toro), que al final no me quedó claro si era o no abogado y/o de Samoa, van a Las Vegas a cubrir una carrera de motos en el desierto. Eso podría ser la trama principal de la película. Pero pasa a ser irrelevante ya que los tíos van hasta el culo de una mezcla brutal de drogas y alcohol durante toda la película, ambientada en la norteamérica de finales de los 60, con el movimiento pacifista en primer plano y la guerra de Vietnam de fondo. Al estar contada en primera persona, sus alucinaciones, delirios, paranoias, etc. son las que llevan el hilo principal de la historia, por llamarlo de alguna manera.

La película es divertida, no lo discuto. Quien haya disfrutado con Pulp Fiction y se divierta con el surrealismo de Monty Python es muy probable que eche un buen rato viéndola. Te puede divertir ver cómo los tíos desfasan, se les va la olla y se lo pasan en grande, liándola en todas partes. Pero eso en un principio. Igual que pasa con el colega que va ciego, a la larga se hace pesado. Se vuelve desconcertante. No puedes seguir el hilo de una película cuyos acontecimientos son incoherentes entre sí. En esos casos o te dejas llevar, o apagas la tele.

Parece como si Terry Gilliam hubiese querido hacer un experimento con el espectador, como si quisiera hacer ver lo serio que es el tema de las drogas, pero no con el ya típico “di no, que las drogas son muy malas, te hacen daño...” y todo eso que, aunque es cierto, de tanto repetirlo suena a paliza más que a consejo, consiguiendo el efecto contrario.

Miedo y Asco en Las Vegas es desconcertante, pero divertida. Tal vez Terry Gilliam quería provocar ese efecto desconcertante. Cuando vea trainspotting haré una comparativa de las dos películas. Creo que las dos hablan de lo mismo pero con distintas pretensiones.

miércoles, 14 de diciembre de 2005

el qvark inquieto

på vei til oslo

10 Agosto 2005 - 18.26
Autobús Gardemoen-Oslo


" Ya estoy de nuevo en Noruega, más de un año después. Me gustó ver otra vez los bosques cuando el avión se acercaba al aeropuerto de Gardemoen, en Oslo...
Al salir del avión olía a Noruega. Es un olor característico, mezcla de conífera, musgo, mar y Peppe’s Pizza. Ahora mismo estoy en un autobús Gardermoen-Oslo que me llevará a la ciudad a hacer el loco un rato. Me ha costado un rato lanzarme porque no tenía ni idea de dónde dormir (aeropuerto, albergue quien sabe dónde, debajo de un puente...) Al final encontré un sitio cómodo en el aeropuerto, así que sólo quedaba comprar un billete de autobús para Oslo, con 'open return'. La condición es estar de vuelta en el aeropuerto antes de las 7 de la mañana. Pero entre las 21.30 y las 4 de la mañana no hay ningún autobús de vuelta. ¿Aguantaré hasta las 4?

PD: Cuando el avión tocó tierra brillaba el sol. Ahora llueve. Es Noruega :) "



Cabalgar, viajar y cambiar de lugar recrean el ánimo. –Séneca

lunes, 5 de diciembre de 2005

homesick



Originally uploaded by claar.
Hoy flojeo. Ni la foto es mía ni el texto es mío.

Pero me da igual

Kings of Convenience - Homesick

I'll lose some sales and my boss won't be happy,
but I can't stop listening to the sound
of two soft voices
blended in perfection
from the reels of this record that I've found.
Every day there's a boy in the mirror asking me:
What are you doing here?
Finding all my previous motives
growing increasingly unclear.
I've traveled far and I've burned all the bridges
I believed as soon as I hit land
all the other options held before me,
would wither in the light of my plan.
So I'll lose some sales and my boss won't be happy,
but there's only one thing on my mind
searching boxes underneath the counter,
on a chance that on a tape I'd find:
a song for someone who needs somewhere to long for.
Homesick.
Because I no longer know where home is.


sábado, 12 de noviembre de 2005

la tapa de la mermelada

En estas frías mañanas de otoño me pido en la cafetería del hospital mi mollete calentito con mantequilla y mermelada -de melocotón casi siempre, de fresa a veces. Dispuesto a disfrutar de mi desayuno, me siento en una mesa cerca de la tostadora. Todo va bien hasta que llega la mermelada. En ese preciso momento el mundo a mi alrededor se para y toda mi atención se centra en ese pequeño trozo de plástico relleno de deliciosa aunque pegajosa confitura, cubierto con un papel. Hay algo entre ese papel y yo que no acaba de cuajar. Tal vez esos 15cm² de celulosa reforzada con una finísima capa de plástico metalizado fueran en su vida anterior algo o alguien que experimentase una fuerte animadversión hacia mi persona, no sé. El caso es que entre nosotros el karma no fluye como debiera, la mente no logra vaciarse, las varillas de incienso se apagan por la mitad sin más y llueve justo después de lavar el coche.

¿Por qué? Tal vez no se deja querer, o tal vez no logro saber cómo quererla. Siempre he tratado de sacar lo mejor de mí cada vez que nuestras almas se han encontrado, cada vez que nuestros caminos se han cruzado. En esos momentos experimento esa extraña sensación, mezcla de euforia y miedo, de pasión y odio, que eleva mi adrenalina hasta cotas inimaginables de locura desenfrenada. Pero me contengo. Y lo consigo. El pulso nunca me ha temblado, la suavidad de la yema nunca se ha visto quebrada por la ingratitud punzante de la uña. He puesto todo mi cariño y ternura en cada instante, en cada milímetro, en cada curva. Aplicando la justa proporción de presión y dulzura para que la experiencia fuera plena para ambos. Mimo, tacto, comprensión...

Pero nunca ha sido posible. Tarde o temprano llegaba un momento en el que no podía más. La tensión acumulada en su piel llegaba a ser tan grande que sucumbía toda ella, convirtiéndose el mágico momento en intensa agonía, en sentimiento de pérdida irreparable, como atleta que cae en el sprint final, rotas sus fibras...

Entonces, tras la frustración inicial, el desengaño daba paso a la desesperación. No, otra vez no, ¿Por qué yo? ¿Por qué nosotros?.No lo entendía. Pero la situación tampoco entendía de lamentos. Había que actuar y rápido, retirar los restos del fallido intento, intentando que el desencanto no manchase mis manos. Aceptar la derrota con la cabeza alta, y confiar en un próximo encuentro que acabase con esta espiral de inestabilidad, aquel encuentro que por fin equilibrase nuestro espíritu.

Y ese encuentro llegó hoy. Como tantas otras veces, me preparé física y mentalmente para el momento. Vaciar la mente, calentar las manos. Respirando hondo, sin prisa, pero sin pausa. Que fluya... y fluyó.

Ya se deja querer, o ya sé cómo quererla. Por fin he conseguido llegar hasta su corazón, por fin hemos entendido que esto es cosa de dos y que, como mortales que somos, tenemos nuestras limitaciones. Yo y el papel somos incompatibles. Otros a mi alrededor, otros que están en mesas no tan cerca de la tostadora, ellos pueden ser compatibles con el papel. Pero yo no. Ella lo entendió, y decidió poner fin a la situación. Ha cambiado la frialdad de la celulosa por la calidez del aluminio. A partir de hoy ella acudirá a nuestros encuentros vestida de aluminio. De un aluminio terso, suave, homogéneo todo él, sin tapujos, sin concesiones a las teorías de resistencia de materiales. Un aluminio donde todo vale, donde el fuego sustituye a la razón, donde los instantes no existen porque el tiempo deja de tener sentido. El aluminio nos ha hecho libres, por fin, y nuestra existencia cobra sentido. Nuestros encuentros son ahora una armonía de sensaciones sin límite, un caballo salvaje galopando sobre la arena de una playa jamás antes pisada, la serenidad del ruiseñor vibrando en el corazón de la tempestad.

Y las varillas de incienso nunca más se apagarán por la mitad sin más.

sábado, 15 de octubre de 2005

el viaje de Chihiro

Tal vez lo que está haciendo que me sienta cada vez más vacío es el ansia de tener cada vez más.

Buscar la felicidad donde nunca ha estado. Querer por ejemplo un trabajo estable para poder cambiar el coche viejo por uno nuevo, en lugar de sentirme afortunado por tener ya un coche gratis y un sueldo que ya quisieran muchos.

Pero la clave ni siquiera está en ser más feliz con el coche que tengo que con otro mejor, sino en darme cuenta de que el hecho de tener o no coche no condiciona para nada mi felicidad. Son cosas distintas.

Con las prisas y el estrés del trabajo es fácil olvidarse de las raíces de una vida. Para mí las raíces fueron hasta hace poco (o por lo menos lo tenía en mi cabeza hasta hace poco) el sentirme bien con lo que hago por el simple hecho de poder hacerlo, el sentirme bien a través de la felicidad de los demás, algo que se consigue con lo que eres y no con lo que tienes. Dando un poco de tí en lugar de dar un poco de lo que has adquirido en tu vida de forma artificial, lo que no es natural, lo que no puedes llevarte contigo a la copa de un abedul.

Puedes ser rico y sentirte desgraciado. Puedes ser plenamente feliz sin poseer más de lo que cabe en tus manos. Lo material y la felicidad van por caminos separados.

En realidad me sentiría más tranquilo si no sintiese la necesidad de ir en coche a todos lados, con el móvil en el bolsillo y quitando la carátula del radio-cd cada vez que salgo del coche, para que no me lo roben (y como ya me lo robaron hace un par de semanas, pues un problema menos :P)

No estoy intentando decir que se es más feliz teniendo menos cosas. Tener cosas no es malo, lo malo es cuando tenerlas se convierte en necesidad, cuando sientes que tu felicidad depende de esas cosas.

lunes, 3 de octubre de 2005

Hierro 3

"Salgo de mi casa.
Mientras estoy fuera, alguien entra en mi casa vacía y se instala en ella.
Come la comida de mi frigorífico, duerme en mi cama, mira mi televisor. Quizá porque se siente culpable, arregla mi despertador roto, lava la ropa, lo ordena todo y luego desaparece.
Como si nadie hubiera estado allí...
Un día entro en una casa vacía.
Parece que nunca haya estado nadie, así que me desnudo, me baño, preparo la comida, lavo la ropa, arreglo una báscula de baño y juego al golf en el jardín de la casa.
En la casa hay una mujer desanimada, asustada y herida, que no sale nunca y que llora.
Le muestro mi soledad. Nos entendemos sin decir ni una palabra, nos vamos sin decir ni una palabra.
Mientras elegimos una casa en que vivir, nos sentimos cada vez más libres.
En el momento en que parece que nuestra sed de libertad se ha aplacado, nos quedamos atrapados en una casa oscura.
Uno de los dos se queda en una casa hecha de nostalgia.
El otro aprende a convertirse en un fantasma para esconderse en el mundo de la nostalgia.
Ahora que soy un fantasma, ya no siento deseos de buscar una casa vacía.
Ahora me siento libre de ir a la casa en la que vive mi amada y besarla.
Nadie sabe que estoy allí.
Excepto la persona que me espera...
Siempre llega alguien para la persona que espera... Llega, seguro... hasta para la persona que espera...
Este día del año 2004, alguien abrirá el candado que bloquea mi puerta y me liberará.
Confiaré ciegamente en esa persona y la seguiré a donde sea sin que me importe lo que pueda suceder...
Hacia un nuevo destino...
Es difícil saber si el mundo en que vivimos es sueño o realidad."

Kim Ki Duk



Estaba buscando la sinopsis, pero este texto del director explica mucho mejor de qué va la película. Y lo entiendes aún mejor cuando terminas de verla.

Hierro 3 (Bin Jip) Es la segunda película que he visto de Ki-Duk (la otra fue Primavera, Verano, Otoño, Invierno... y Primavera, también muy interesante aunque más papillita, a ver si encuentro un poco de tiempo y escribo algo sobre ella). El coreano es otro tipo de cine, en mi opinión muy distinto al americano (que es más espectacular) y también al europeo (que es más... ¿social?).

Creo que la filosofía oriental por lo general suele ser más simple que la occidental, entendiendo simple como sencillo. Las soluciones que esas filosofías proponen para los problemas suelen basarse en los valores humanos, personales, en lo que uno posee desde que nace. Suele dar más importancia a la persona que a la sociedad (sin que eso suponga aislarse unos de otros o ser egoísta). Esta manera sencilla y humilde de ver las cosas lo he notado en Hierro 3, y no sólo en la trama. No hay muchos efectos especiales, no hay mucho diálogo, no hay mucha música... y sin embargo la película atrapa, por su expresividad. Cuando sobra talento no hacen falta muchos millones de presupuesto para hacer una buena película.

En las películas occidentales solemos ver tramas complicadas, con muchos protagonistas, historias paralelas que al final se cruzan, malos que parecen buenos y al revés, etc. En la mayoría de películas orientales que he visto todo es bastante distinto. En Hierro 3 la idea es bastante simple: una persona hundida es como una casa vacía. Y una persona que entra en una casa vacía la llena de vida.

Me gustó sobre todo cómo Kim Ki-Duk consigue hacer magia sin recurrir a cosas sobrenaturales (aunque para más de uno lo sean), haciendo la historia mucho más humana, más cercana.

La película dura sólo 95 minutos, pero con eso le basta y sobra a Kim Ki-Duk para atraparte. Y apenas sin diálogo. No he visto una película en la que los protagonistas digan tantas cosas diciendo tan poco. Eso hace reflexionar un poco cuando lo comparas con los debates que echan en la tele a eso de las 4 donde se lían a gritar, todos a la vez, para al final no decir Nada. Es un contraste, desde luego...

viernes, 23 de septiembre de 2005

pequeño y grande a la vez


abejorro
Originally uploaded by qvark.
Cuando estoy estudiando, a veces (más veces de lo que me gustaría) no consigo concentrarme, y cualquier cosa me distrae. Parece que en esos momentos de agobio, cuando la tarea que tienes entre manos te desborda, es cuando las cosas más pequeñas que te rodean llaman tu atención. Si estoy paseando por la calle y una mosca se posa en la pared de al lado, probablemente no me de ni cuenta. Si estoy estudiando mirando fijamente los apuntes y a dos palmos se posa un bicho pequeño, pequeñísimo, tan pequeño que si lo toco con el dedo lo mato, es como si notara su aterrizaje y la mirada se me desvía al bichito.

Y ese bichito, ese robot diminuto de seis patas y dos antenas también está ahí, igual que yo. A él le tocó ser insecto diminuto, y a lo mejor sólo vivirá varios dias. Para vivir durante esos pocos días sólo necesita buscar comida y evitar telarañas, ranas y dedos humanos. A mí me tocó ser humano, y a lo mejor viviré unos 90 o 100 años. Para vivir durante este tiempo podría tambíen limitarme a buscar comida donde sea y evitar policías, choris y demás. Pero eso sería vivir como un insecto, no como un humano. A mí me ha tocado tener que estudiar y/o trabajar para poder vivir.

No esta tan mal después de todo. Los humanos somos mas grandes, fuertes y poderosos que el bichito que está en mi mesa. Y aunque sólo los que tenemos más suerte podemos decidir lo que queremos hacer con nuestra vida, todos los humanos podemos hacer lo que queramos con el resto de especies del planeta. Los seres humanos dominamos todo y a todos.

¿Y el bichito de la mesa? ¿Donde está? Estaba aquí... pero se ha ido volando. El bichito era vulnerable, podría parecer una estúpida máquina hecha para buscar comida y evitar ser comida. Pero no por eso es menos que yo. De hecho él había nacido con algo que los humanos siempre hemos deseado y desearemos tener: Un par de alas en la espalda.

domingo, 4 de septiembre de 2005

tengo ganas de volver

Más de un mes sin escribir nada. Y mil cosas de las que podría hablar. Películas, ideas, fotografías, gente, sitios... Este mes pasado he estado un tiempo muy lejos de casa, y eso da para mucho. Y al volver, entre el trabajo acumulado y los exámenes de septiembre, no me queda tiempo para mucho más. Pero esto no está abandonado. El universo sigue siendo enorme, y quedan tantas cosas por descubrir...

Viajar es una de las drogas más duras. Cuanto más viajas, más piensas en volver a viajar. A donde sea, cualquier sitio en el que nunca hayas estado antes tiene algo que enseñarte, algo esperando a que lo descubras.

Hay una cita que dice que "un viaje es como una nueva vida, con un nacimiento, un crecimiento y una muerte, que se nos ofrece en el interior de la otra".

lunes, 1 de agosto de 2005

Algunos pequeños placeres de la vida


Irene
Originally uploaded by xplosive.

En cualquier día, poner el despertador 20 minutos antes sólo para disfrutar de estar arropado por la mañana en la cama mientras escuchas un poco de música.

Al ir al trabajo, aprovechar un atasco en la calle para darte cuenta de que aunque hoy llegarás tarde no será por tu culpa porque tienes un coche y no un helicóptero, mientras estiras los brazos y te acomodas en el asiento ahuecándolo un poco, para luego volverte al conductor de al lado y lanzarle una sonrisa de complicidad, la complicidad de quienes comparten una misma carga aunque no se conozcan de nada. Y así te sientes un poco menos sólo.

En otoño, quitarte los zapatos y acurrucarte en tu sillón favorito o esquina de sofá favorita, mientras hueles con los ojos cerrados el aroma de una taza de té o de café y escuchas la lluvia cayendo suavemente.

En verano, tirarte en la hierba fresca mientras miras las nubes pasar y te inventas una historia con los personajes que se forman ahí arriba en el cielo. O lo mismo pero cambiando la hierba por una toalla y escuchando las olas del mar.

A cualquier hora, la sonrisa de un niño

sábado, 30 de julio de 2005

mal o bien


railway rd5
Originally uploaded by raemin.
Cuando las cosas te van mal tienes la sensación de que la gente huye de ti, de que cortas el punto. Provocas que te ignoren. Se te pierden las cosas, y si pueden salir peor, saldrán peor. Te hacen ver que le ves el lado malo a todo, te pones quisquilloso, irritable e irritante. Te vuelves más duro contigo mismo y no te perdonas ni una. Pretendes ser perfecto en todo lo que haces, sin permitirte el lujo de no preocuparte por las cosas tontas. Discutes con facilidad, y aguantas menos que te lleven la contraria o que no paren de hablarte de cosas que consideras en ese momento poco importantes. Y todo esto ayuda a que las cosas te sigan yendo mal.

En cambio, cuando las cosas te van bien tienes la certeza de que atraes a la gente, de que son felices cerca de ti. Te piden que les hables. Encuentras lo que perdiste, y curiosamente parece que los planetas se alinean para que las cosas te salgan bien. Te comentan lo positivo que eres, te animas a ser amable y agradable con la gente. Buen rollito. Te permites hacer locuras porque sabes que saldrán bien, sin preocuparte de los detalles sin importancia. Eres capaz de coger el coche y lanzarte a la playa a las 3 de la mañana porque sí, y si te mojas los vaqueros te importa bien poco porque luego se secarán, y si no te refrescas. O te los quitas. En esos momentos piensas que para que exista una discusión hacen falta dos personas con ganas de discutir, y toleras que te lleven la contraria. No todo el mundo tiene porqué opinar igual de las cosas. Aguantas al amigo que hoy está insoportable porque es tu amigo después de todo. El karma fluye, el buen rollito se respira y todos están contentos. Y eso ayuda a que las cosas te sigan yendo bien.

Curiosamente, si dejo estos dos párrafos tal cual, la gente podrá pensar que estoy atravesando una buena racha. Si los cambio de orden, la gente seguramente creerá que estoy de bajón.

¿Habrá alguna manera de poder saltar de un párrafo a otro sin sentir que te estás engañando a ti mismo?

viernes, 29 de julio de 2005

despertando, creo


longing
Originally uploaded by solea.
"Una bonita amistad llena casi tanto o más, si te dejas llevar por los buenos momentos."

"A veces, los que nos dicen que estamos locos son los que están locos. Pero, afortunadamente, la mayoría de las veces los locos somos nosotros."

"Ser raro o o ser una persona poco común no es malo, lo malo es que no te guste serlo."

Un buen amigo me dijo que nos hacemos mayores cuando empezamos a tirar la pegatina del bollycao sin abrirla.

La felicidad es la serenidad de saber que estás siguiendo el camino correcto, tu propio camino, que es único, personal y diferente al de los demás. Y tu camino sólo lo descubres siendo sincero contigo mismo. La felicidad no es una meta, sino un camino. Nos acompaña durante toda la vida, pero la mayoría de las veces nos volvemos locos buscándola fuera de nosotros. No prestamos atención a nuestro corazón porque de entrada suponemos que algo tan grande como la felicidad no puede estar esperándonos dentro de nosotros mismos.

[...]Me huelo que dentro de poco dejo de hibernar. Es triste, pero tengo la impresión de que cuando escribo algo lo hago para buscar lo que no consigo encontrar en mi entorno, para llenar con un poco de sensación de aprecio ese hueco que a veces dejan los desengaños de la vida. No es egoísmo, creo, es una necesidad.

Salu2

Escuchando: Manolo García - Sólo un poco

sábado, 14 de mayo de 2005

sobre el tiempo

Los médicos dicen que es bueno dormir 8 horas al menos. Pero dudo que los mismos médicos tengan tiempo para dormir todos los días 8 horas. Poca gente puede. Durante un día de 24 horas tienes que trabajar 8 horas (quien más, quien menos), dormir 8 horas, gastar unas 3 horas en total en las comidas, otra hora (o dos) en cubrir necesidades muy básicas y en aseo personal... Te sobran 3 horas. Quítales una y media o dos para ir al trabajo y volver, o para desplazamiento en general. Te sobra una hora y media. Puedes gastarla en lo que más te guste hacer. A mí se me queda corto ese tiempo. No es que mi trabajo no me guste, que me gusta (aunque no me apasiona), es que una hora y media para vivir... Pero claro, los mayores no tenemos tiempo para tonterías...

¿Habéis leído Momo, de Michael Ende? Yo lo leí de pequeño y ahora he vuelto a leerlo. Es un libro muy sencillo y profundo a la vez, escrito para niños pero pensado para adultos que todavía tienen un recuerdo vivo de lo que es ser niño. Hay un párrafo que me gustó bastante: el maestro Hora le explica a Momo qué es el Tiempo:

"[...] Porque al igual que tenéis ojos para ver la luz, oídos para oír los sonidos, tenéis un corazón para percibir, con él, el tiempo. Y todo el tiempo que no se percibe con el corazón está tan perdido como los colores del arco iris para un ciego o el canto de un pájaro para un sordo. Pero, por desgracia, hay corazones ciegos y sordos que no perciben nada, a pesar de latir."

Hace un par de días vi la película 21 gramos. Es dura y muy interesante, pero me desconcertaba un poco la cantidad de saltos en el tiempo que había. Hacía difícil seguir la película, pero tal vez el director lo quería así para que el final resultase más impactante. A mí no me ha dejado indiferente. Creo que podría resultar interesante para gente que cree en una idea absoluta de lo que es el bien y el mal, o gente para la que la primera impresión es la que queda. Decir que todo es relativo me parece un poco contradictorio, pero la idea se acerca bastante a lo que he sacado de la peli.

Hace una semana que trabajo en un nuevo despacho. Lo comparto con otro compañero de trabajo, pero él está casi todo el tiempo fuera. Así que trabajo casi siempre sólo y en silencio. Antes estaba en la oficina de informática, con mucha más gente. El ambiente era más agradable, pero un poco más distendido. Y eso de la distensión en el trabajo no le mola a la empresa. Al trabajador hay que tenerlo todo el tiempo concentrado al 100% en su trabajo, o de lo contrario no será rentable y supondrá un aumento del coste y por lo tanto pérdida de beneficio blablablablabla... números, números. Aunque el despacho en el que estoy ahora tiene luz natural, aire acondicionado, no tiene humo de tabaco, tengo una planta grande al lado de la mesa, tengo una mesa para mí sólo... aunque las condiciones son mejores, a mi me llenaba más no trabajar solo. Empecé a escribir esto mismo para desahogarme un poco. Después de ver 21 gramos cogí el papel de nuevo y lo volví a leer, pero ahora desde otra perspectiva... Hay que vivir a tope cada momento, no sabemos lo que tenemos hasta que dejamos de tenerlo...

Conviene arreglar cuanto antes ese pequeño problema, esa espinita que tienes clavada con un amigo o amiga, pareja, hermano o hermana, padre o madre, compañero de trabajo, quien sea... Ahora lo ves una tontería que no apetece o no merece la pena arreglar. Piensas que lo podrás arreglar mañana u otro día. Pero no sabes si mañana será demasiado tarde para arreglarlo y tendrás que vivir con esa espinita clavada para siempre... Hacer las paces, a eso le llamo yo aprovechar bien el tiempo.

jueves, 28 de abril de 2005

hibernando

No es el mismo, mírale. Se comporta de manera un tanto extraña. A veces lo puedes ver sonriendo mirando a las nubes. Otras veces se queda con la mirada perdida, en el infinito, como navegando por otros mundos cubiertos de tonalidades verdes, azules y marrones, mundos donde el ruido de las olas sólo se puede comparar con el susurro del viento en los árboles del bosque, el cuchicheo del agua en las piedras del río o el crujido de una montaña en medio de la tormenta.

Sabes, a veces echo de menos al que solía ver la vida de una forma mucho más simple, aquel cuya mayor preocupación consistía en sacar demasiados cates y verse castigado sin salir o sin jugar. El que ahora ves se parece mucho al otro, pero éste tiene miedo. Miedo de dudar de su felicidad. Porque, aunque lo veas radiante en su mundo de sueños e ilusiones, en el fondo es consciente de que sus pies pisan otra tierra distinta a la que pisa su corazón. Se consuela pensando que en realidad muy poca gente es del todo feliz, pero en su duda también hay sitio para esa reflexión.

Hay un salto muy grande entre el otro y el que ves. El otro tenía momentos bonitos y momentos feos. Esos momentos feos eran amargos por la frustración de no poder tener lo que quería. No llegaba más allá. Éste, cuando tiene momentos feos, se dedica a darle vueltas a la cabeza buscando inútilmente una solución al problema. No se da cuenta de que, si pretende basar su felicidad en las cosas sencillas que le rodean, no tiene sentido volverlas complicadas con clasificaciones, mediciones, ponderaciones, análisis... sería una contradicción.

Y luego escribe lo que piensa, lo que ve, lo que siente. Tiene gente que le escuche, que le desahogue, no necesita escribirlo todo... Pero aún así prefiere gritarlo al viento. Tal vez piensa que prefiere gastar su tiempo con sus amigos y no el de sus amigos con él. Qué tontería.

Sin embargo, hay algo en éste que me recuerda mucho al otro. Éste teme encontrar algún día algo más interesante que escribir lo que siente y lo que ve. O, dicho de otro modo, tiene miedo de dejar de necesitar escribir. Si eso ocurriese, correría el riesgo de volver a hibernar indefinidamente. Y tal vez, mucho tiempo después, apareciese un tercero. Ni el que ves, ni el otro. No creo que le ocurra eso. Pero no se sabe nunca... Me dijo que, después de todo, no se estaba nada mal hibernando :)

jueves, 21 de abril de 2005

escuchando a las estrellas

En una cálida y fresca noche de Julio, tumbada boca arriba en la suave hierba y con la luna llena brillando sobre su cabeza, contemplaba cientos de miles de estrellas de infinitos colores. Rojas, celestes, ámbar, turquesas... tintineaban silenciosas en la pacífica noche. Sólo el canto olvidado de un pequeño grillo y el ruido de la suave brisa de verano en los árboles se dejaban oír de cuando en cuando. El sonido de los abedules al jugar con el viento le hacía sonreír, siempre le recordaba a las olas del mar. Ella nunca había visto el mar, pero sin embargo lo había soñado muchas veces. Y los sueños nunca mienten.

Sonrió y miró a lo alto. Fijó su mirada en el infinito, en la estrella más lejana que podía ver, para después abrir su mirada como si fuese un cohete de fuegos artificiales que al estallar lanza su luz en todas direcciones. Así, abarcando todos aquellos minúsculos puntos de luz al mismo tiempo, era mucho más fácil cazar estrellas fugaces. ¡Una estrella, un deseo!.

¿Minúsculos puntos de luz?, pensó. En realidad sabía lo que era una estrella, lo había aprendido en la escuela, y sabía que no eran tan minúsculas como parecen. De hecho sabía que en cada minúsculo punto de luz cabían cientos de planetas como en el que ella vivía. Y también sabía que estaban inmensamente lejos, mucho más de lo que nos podemos imaginar.

Se me ha olvidado decir que le encantaba escuchar a las estrellas. Era su gran pasión, desde la noche en que las escuchó por primera vez, cuando era aún más pequeña. ¿Que de qué hablan las estrellas? Bueno, ellas no usan un lenguaje como el que usamos nosotros. Ni siquiera necesitan hablar de algo en concreto para comunicarse, como hacemos nosotros. En realidad ni siquiera hablan. Sólo ríen. Ríen y ríen. A veces muy suavemente, casi sin hacer ruido, a veces entre dientes y a veces a carcajada limpia. Pero esto último sólo pasa cuando tienen alguna tormenta, lo cual les hace unas cosquillas terribles. Verlas reírse es muy fácil, sólo hay que fijarse en cómo tintinean. Escucharlas requiere un poco más de paciencia. Ella sabía cómo. Decía que el truco estaba en cerrar los ojos...

Pero esa noche supo algo más: pensó que, como las risas llegaban desde sitios inmensamente lejanos y esa distancia lleva mucho tiempo recorrerla, eran también risas que rompieron hace una cantidad inmensa de años para llegar a ella mucho tiempo después. ¡Estaba escuchando el pasado!. Y no sólo un pasado, porque cada estrella le hablaba desde un sitio distinto. Estaba escuchando tantos pasados como estrellas había en el cielo. Y todos al mismo tiempo.

Cerró los ojos. La suave brisa le refrescó la cara, enrojecida por la impresión al comprender lo diminuta y vulnerable que era ella en la inmensidad del universo, y a su vez lo poderosa que era al tener la magia de escuchar el pasado.

De pronto empezó a sentir como si la hierba y la tierra sobre la que yacía estuviese alejándose de su cuerpo. ¿O era su propio cuerpo el que estaba alejándose? Se estremeció. Sintió la tentación de abrir los ojos para ver qué estaba pasando, pero su instinto se lo impidió. Algo extraordinario le estaba ocurriendo. Sintió la tentación de gritar y escapar de lo que empezaba a parecer una trampa, pero su valentía y su innata curiosidad se lo impidieron.

Pronto perdió el miedo. Las cálidas risas de las estrellas y la brisa que la envolvía la tranquilizaban. Hacía tiempo que dejó de sentir la hierba en su espalda, y no era capaz de imaginarse dónde estaba. Pero no le preocupaba mucho, porque mientras tuviese los ojos cerrados podría seguir escuchando a las estrellas. De repente descubrió que así también podía verlas, pero de una forma muy diferente a como se ven las cosas con nuestros ojos. Y, en ese mismo instante, intuyó que ya nunca más podría abrir los ojos de nuevo.

Sonrió.


En el winamp: qvark - Toys
En la mesa de noche: un vasito de agua :p

miércoles, 20 de abril de 2005

un proceso fisiológico

Nota: Esto lo escribí el 2 de Abril. Lo tenía guardado en plan comodín, para cuando hubiese sequía mental :)

AstraRvp, dices que el amor es un proceso fisiológico. Es pura química. Y que es un hecho, mal que nos pese a muchos. Yo también creo que todo eso es verdad, pero a pesar de eso, sigo creyendo que hay algo más que no podemos explicarnos. Y también podría creer que me estoy "engañando" al creer eso. Pero dentro de mi creencia no me estoy engañando. Por encima de todas las teorías o demostraciones físicas, químicas y matemáticas, siempre hay algo a lo que no podemos dar explicación. Llegas a un punto en el que dices "Y ahora, ¿qué? ¿qué había antes de esto?" Y sabes, creo que es mejor así, más divertido, más emocionante. Unos crean religiones con aquello que no pueden demostrar, otros se pasan la vida intentando llegar cada vez más lejos en las demostraciones, y otros simplemente vivimos con la idea de que no todo tiene porqué ser explicado. ¿Qué por qué no? Bueno, plantéatelo así... ¿y por qué iba todo a tener una explicación? ¿No podría ser nuestra mente humana la que, basándose en la experiencia, nos exige una explicación a todo?.

Dices que aceptando el amor como un proceso fisiológico tienes un cabo más atado, y que así te explicas muchas cosas. Vale, puede ser que necesites tener ese cabo atado para darle explicación a muchas cosas que a lo peor te han atormentado en algún momento de tu vida. Yo también he sentido esa necesidad. O tal vez es espíritu científico que tienes, pero a tope. Otros, como yo, llegamos a veces a un punto en el que creemos que la vida no tiene porqué ser siempre perfecta y libre de todo sufrimiento. Puedes llamarlo aceptación, pero también puedes pensar que si no hubiese momentos feos no sabríamos valorar los buenos. De hecho cuando tenemos algo no sabemos valorarlo hasta que lo perdemos... Lo bueno nos parece bueno porque podemos compararlo con algo malo. Aunque hay gente que cree que podría existir un mundo perfecto en el que sólo existiese bondad, yo no lo creo así. Creo que, como en todo, debería haber un equilibrio. No creo que pueda existir nada positivo sin su opuesto negativo.

Yo ya he probado a vivir de dos maneras diferentes, la idealista y la realista. En la primera volaba alto, muy alto, sin mirar al suelo. Pero cuando me caí... comprendí que de vez en cuando hay que mirar a qué altura has llegado, porque jode. En la segunda tenía la tranquilidad de que nunca me iba a caer desde lo alto, pero era porque prefería quedarme a ras de suelo y no volar. Me conformaba con lo que tenía, me gustase o no, y me sentía seguro porque creía controlar todo lo que me pasaba. Pero a la hora de la verdad, cuando miré alrededor y nada de lo que veía me llenaba, nada de aquello en lo que yo había confiado me transmitía confianza, se me vino el mundo encima. Por lo visto yo sin ilusiones, aunque sean casi imposibles, pierdo el ánimo muy fácilmente...

Es la diferencia que hay entre dejarse llevar por la corriente y quedarse mirando el río desde la seguridad del puente. Y creo que lo mejor no es ni una cosa ni otra. O mejor, las dos.

Pues con el amor es lo mismo. Estoy de acuerdo en que puede ser algo completamente fisiológico. Soy de los que creen más en la ciencia que en la magia. Pero aún así prefiero dejarme llevar por la ilusión y creer que los latidos no son sólo fruto de un proceso químico en mi cuerpo, sentir que hay algo ahí desconocido que yo no puedo controlar y nunca entenderé, pero que le da mucho más sentido a mi vida que un tratado sobre bioquímica.

Salud.

miércoles, 13 de abril de 2005

porque sí

Hoy también he ido a estudiar al campus. Cuando llevaba media hora sumergido en el maravilloso océano del diseño arquitectónico de sistemas me desperté con el ruido de los apuntes al caer de mis manos. 6:15pm. Claro, la hora de mi cafelito :)

En la barra de la cafetería me encuentro con un hombre ya mayor, del gremio de los abuelos. Comenta en plan broma que con la edad la gente se pone insoportable para pedir café, que si no muy cargado, que si con leche no tan caliente, que si sacarina... le sigo el chiste y empezamos a charlar porque sí.

En los bares es bastante normal charlar con la gente porque sí, aunque no los conozcas de nada. Supongo que yo no suelo hacer eso por timidez... o porque hablar por hablar no me suele salir bien. Cuando voy solo suelo sentarme y observar. O escribir. Pero esta vez me apetecía charlar. Estuvimos hablando de los estudios y tal, y cuando le pregunté que si daba clases en la universidad (tenía pinta de ser profesor) me sorprendió diciéndome que no, que él estaba aquí en el Aula de Mayores, donde estudia biología, física, economía, psicología... porque sí, sin más inquietudes que la de aprender, simplemente. Se había jubilado hacía poco, después de más de 40 años en la primera y única empresa en la que había trabajado (algo impensable hoy en día, empezar a trabajar y jubilarse en la misma empresa). Ahora empezaba una nueva etapa para él, y por lo visto no tenía intención de desperdiciarla viendo la tele todo el día o dando tumbos sin hacer nada. "La cabeza hay que mantenerla siempre activa", me decía.

Me recordó a aquel estudiante con el que un día tuve la suerte de charlar en una facultad de Cádiz, hace ya cinco años. Tenía el chaval 74 años, siete carreras a su espalda y los problemas de próstata no le impedían estudiar Historia. De oyente, pero ahí estaba. Por amor al arte. Porque sí.

Ojalá yo fuese así si algún día llego a esa edad. No digo haber trabajado 40 años en el mismo sitio (demasiado sedentarismo), ni con siete carreras (afortunadamente mi cabeza no está hecha para aguantar eso), pero sí con el espíritu de estas dos personas, con las mismas ganas de seguir descubriendo cosas sin que la edad me eche atrás. Mientras no deje que los años me vuelvan viejo no dejaré de ser un niño :)

PD: Gracias cuñá por la foto ;)

sábado, 9 de abril de 2005

Italiano para Principiantes

Italiano para principiantes es la tercera película de la directora danesa Lone Scherfig. Me puse a buscarla después de ver Wilbur se quiere suicidar, también de la misma directora. Es cine escandinavo, un poco raro, independiente, muy distinto a lo que Hollywood nos tiene acostumbrados. Hay mucha gente a la que este tipo de cine no le dice gran cosa, y yo mismo hay veces que pienso "uf, esto es demasiado surreal, no hay por donde pillarlo...". Pero aseguro que eso no pasa con estas dos películas de Lone Scherfig.

Está realizada bajo los preceptos de Dogma 95, que básicamente es una especie de decálogo creado por un grupo de cineastas daneses que estaban, aparte de un poco idos de la bola, preocupados por el rumbo que estaba tomando el cine, demasiado comercial y artificial bajo su punto de vista. Lo de Dogma 95 me parece un poquito excéntrico, y tal vez por eso también interesante.Y, si no se les sube a la cabeza a los que lo hacen, creo que puede ser hasta beneficioso para el cine.

Italiano para principiantes es un poco dura a ratos, pero sabe suministrarte muy bien la dosis de drama, amor y humor para que el resultado te deje buen sabor de boca. Algo que también experimenté con Wilbur se quiere suicidar. Algo que echo en falta en la mayoría de las películas de Hollywood, que me parecen a veces demasiado facilonas o superficiales. Claro que a lo mejor es precisamente eso lo que pretenden conseguir los directores americanos con sus películas comerciales. Es bueno que haya de todo, ¿no?. Muchas veces apetece ver una película para pasar el rato nada más, sabiendo de antemano lo que va a suceder en la siguiente escena...

martes, 5 de abril de 2005

no debería

Sé que no debería estar escribiendo esto, que puedo engancharme y acabar como un yonki. Pero necesito desahogarme o reviento. Ahora mismo no puedo pensar en nadie para contárselo sin que intentase aconsejarme. Hoy sólo necesito gritar un poquito.

Tal vez sea porque ayer estuve toda la tarde estudiando con sus apuntes, o tal vez sea porque hay obras en mi casa y estuve sacando la cama de mi cuarto. Al darle la vuelta vi una tablilla rota. Me quedé paralizado al recordar el día en que se rompió, hará probablemente más de cinco años ya. Estábamos jugando a hacernos cosquillas salvajes y en una de esas rompimos una tabla, lo cual hizo que nos riéramos aún más. Me acordé de todo eso y sonreí. La verdad es que fue como un pequeño claro de cielo azul en un cielo cubierto de nubarrones. Prácticamente todo lo que podía recordar de ella eran malos momentos, miradas apagadas, temores y frustración. Pero ayer me acordé de el mágico momento y me sorprendí a mi mismo sonriendo al recordarla, sin tristeza pero con nostalgia. "Pues claro que también hubo buenos momentos...". Si, y también complicidad, vida despreocupada, cariño, risas y esas cosas buenas.

Pero en los sueños tu mente juega con las piezas de puzzle que ha ido recogiendo a lo largo del día. Por eso me desperté en mitad de la noche de un mal sueño. Era como una especie de flash back a los últimos días que pasé en Noruega, con el mismo guión pero en otro lugar. Y los personajes eran los mismos pero en su situación actual. Del mismo modo que hace muchos años nosotros éramos almas gemelas (o al menos yo lo sentía así), ahora eran ellos las almas gemelas. Y mucho más gemelas de lo que lo éramos nosotros.

Sé que no me conviene para nada darle vueltas a todo esto, que las cosas están mucho mejor ahora, que seguir tal y como estábamos era como darse cabezazos contra una pared en el fondo de un callejón sin salida. Pero el recuerdo de ayer de las risas y la pesadilla de anoche me han dejado hoy bastante tocado. Y para salir a flote sólo se me ocurre gritarlo.

Tengo en mi mano un frasquito de cristal con esencia de aceites exóticos para masaje. Lo compré en una herboristería hace mucho, mucho tiempo. Lo he encontrado hoy limpiando mi cuarto. Por lo visto se escondió el día en que enterré el tesoro, maldita sea.

Ahora puedo elegir entre llevarlo al cofre junto con todo lo demás o abrirlo antes y oler el aroma, aunque sea un poquito nada más... Con sólo mirarlo ya puedo recordar el olor, cargado con cientos de emociones. Intuyo que abrir el frasco y olerlo podría atormentarme aún más, y quiero aprender a no ser amigo del masoquismo emocional... Si fuese otro día lo habría metido en el cofre sin más, pero tuvo que caer en mis manos precisamente hoy. Y ahora no puedo dejarlo cerrado, pero tampoco puedo abrirlo. Pero es que quiero abrirlo, y sin embargo debo dejarlo cerrado...

Se acaban de llevar mi café

...y todavía me quedaba medio dedo. La camarera me pilló distraído mientras escribía y fue tan rápida (aka tenía tanta prisa) que ni me dio tiempo a decir "espera...". Además, en la situación habría sido un poco chocante un "todavía me quedaba medio dedo de café...". Vaya, el caso es que ya no puede uno ni disfrutar de un cafelito con leche por la tarde...

En verdad estaba estudiando en la sala de lectura del campus, pero de repente me pareció más agradable estudiar en la cafetería, con el ruido de la gente charlando y las cucharillas al chocar con los platos de café. Y en verdad era más agradable. Hace tiempo no podria haberlo hecho, necesitaba silencio para poder estudiar. No se porqué ahora ya no es así, pero me gusta más.

Este último fin de semana fue un poco desmadre... El sábado salí con unos amigos a una discoteca de un pueblo vecino. Como experiencia etnográfica estuvo genial, pero como ahí o bailas o bebes (charlar va a ser que no, si acaso dejarte las cuerdas en el intento), y no tenía ganas de bailar y tampoco de alcohol (y además me tocaba a mi conducir)... me metí 5 cocacolas. A un euro cada una... salía rentable y todo :). Claro, cuando volvimos a casa a las 3 y media no pude dormir hasta las 7 y pico. Pero a las 9 había quedado con la misma gente para ir a un partido de fútbol, que jugaba uno de ellos y había que animarlo. A la vuelta comimos en una venta perdida en la campiña jerezana. Muy de aquí, con sus viñas y eso, se comía muy bien y de precio razonable... y con mosto de la casa. Demasiado mosto de la casa, la verdad :P. Pero se estaba bien. Quien se pase un día por Jerez está invitad@ :D (kedadas masivas de ámbito brutal excluidas de la oferta).

www.houseoftola.com
Llego a casa, duermo un poco y quedo luego con más gente en un café donde había una jam session de blues, rock y lo que saliese luego. Ahí conocimos a un chaval de poco más de 17 años que era un genio en el piano y a un grupo compuesto por un viejo rumano bohemio trotamundos que tocaba un violín más viejo que él, un acordeonista de no se dónde y un guitarrista que decía que era de mesopotamia, donde los sumerios, aunque tenía más pinta de sioux y hablaba arameo (arameo legítimo, no es que no lo entendiese. Bueno, también, claro...). Aparte había vocalistas, bajistas y guitarristas muy buenos... Lo más seguro es que eso de las jam sessions sean algo muy común en ciudades como Madrid o Sevilla, pero aquí abajo no hay tantas, y era a la primera que iba. Estuvo genial, pero llegué a casa a las once y media con la cabeza como un balón de nivea y los ojos rojos de la gente fumando en el pub (a ver cuando nos enteramos, que fumar mata y tal y el humo tiene benceno, nitrosaminas y formaldehídos de los malos).

Este fin de semana estuvo bien porque conocí a mucha gente, muchas maneras distintas de entender y vivir la vida. Pero al final tuve la sensación de haber vivido demasiado este fin de semana. Tanto universo le vino esta vez un poco grande al qvark...

Oyendo: Una de las diez canciones que ponen en kiss fm

viernes, 1 de abril de 2005

buenos dias

Hoy, a media tarde, cuando estaba dando un paseo con mis perros me sucedió algo raro: un desconocido, uno de tantos, pasó cerca y me dijo buenas tardes. "Hola", le respondí. Pero me sentí ridículo al saludar a alguien que no conozco de nada y nunca antes había visto en mi barrio. Lo primero que pensé es "este tío está loco, sólo los locos saludan a la gente sin venir a cuento...". Pero en verdad no tiene porqué. Puede que le apeteciese saludar a alguien y ya está. Si eso es estar loco... no se, tal vez deberían haber más locos en este mundo. Me hizo pensar un poco en la jungla que es cualquier ciudad grande.

simon.blogs.com
Una vez vi un documental sobre las relaciones humanas en las grandes ciudades. Decía que se suele saludar a quien se conoce. En los pueblos casi todos se conocen, así que es costumbre saludar aunque no conozcas a quien saludas (en los pueblos más pequeños de la sierra de Cádiz suele ser así). Las calles de una ciudad están llenas de gente, y si estuviésemos saludando continuamente a todo el mundo no tendríamos tiempo de hacer otra cosa. Por eso tendemos a no conocer gente nueva sin motivo. A veces sucede que vemos a las mismas personas todos los días en la parada del autobús pero, como no los conocemos, pues no decimos nada... y ellos igual. Parece una especie de convenio mutuo...

Mis padres me cuentan que, cuando ellos eran pequeños, una casa de vecinos era como una gran familia. Se ayudaban y se conocían a fondo... a veces demasiado a fondo. Y todavía hoy, al menos en el sur, es común saludar a los vecinos del bloque donde vives aunque a veces lo único que sepas de ellos es la planta en la que viven. Buenos días, buenas tardes, y tal. No sé como será en el resto de España o en Latinoamérica, pero aquí suele ser así. Se puede pensar que es un poco hipócrita, pero también se puede pensar que es parte de la manera de ser de la gente sencilla, no se... ¿botella medio llena o medio vacía?

En Noruega por lo visto es muy distinto. Allí no saludan a no ser que te conozcan de antes. Incluso siendo vecinos. Yo vivía en un bloque de estudiantes y al principio, por costumbre, saludaba en la escalera a los vecinos. Me miraban como miré hoy al que me saludó por la calle: "Este tío o me ha confundido con otro o está un poco loco". Sólo que ahí no respondían, se quedaban callados. Pero al final se enteraban de que era español y me saludaban. Supongo que entenderían las distintas costumbres de cada país. Me comentaron que en esa zona de Noruega la gente suele tener grupos de amigos muy cerrados y que no suelen mezclarse grupos entre si...

Lo que me llamó la atención hoy es como pensé que sólo los locos saludan por la calle a los desconocidos, cuando en realidad sería mas bonito si pudiese ser así siempre.

Escuchando: Dire Straits – Tunnel of Love
Comiendo: Torrijas de mi mare :)~

lunes, 21 de marzo de 2005

Lost In Translation

Bob Harris y Charlotte son dos americanos en Tokyo. Bob es una estrella de cine que ha venido a rodar un anuncio de whisky y Charlotte ha venido a acompañar a su marido, un fotógrafo adicto al trabajo. Insomnes, Bob y Charlotte se cruzan una noche en el bar de su lujoso hotel. De este encuentro casual surge una sorprendente amistad. Charlotte y Bob vagan por Tokyo, tienen divertidos encuentros con sus habitantes y acaban profesando una nueva fe en las posibilidades de la vida.

lost in translation
Estaba en lista de espera y por fin pude verla hace un par de días. Para mí es una obra maestra, aunque yo no entiendo de cine, pero sé lo que me gusta. No es una película normal y corriente, de esas en las que no paran de hablar y hablar y hablar... sin decir gran cosa. Lo mejor de Lost in Translation es el guión y la interpretación. Hay muchas escenas en las que, si fuese otra película, habrían añadido una frase o dos, para tapar ese hueco sin diálogos... Pero aquí no. Aquí basta con uno o dos gestos, una mirada... y ya está, no hace falta más, ni menos. Silencios que te dejan respirar libremente. Disfrutas, porque la película te da tiempo para observarla, y no sólo verla. Porque te da libertad para interactuar con los personajes. No es una película en que te de todo mascadito. Pero tampoco es una película espesa, críptica, donde cada diálogo es un cúmulo de insinuaciones, dobles sentidos y cosas así.

Y la banda sonora también es muy buena. Hay veces que te pone los pelos de punta, como el tema de Squarepusher, que en sí mismo no es gran cosa, es muy simple. Pero la escena que lleva esa música de fondo... mientras te muestran una panorámica del laberinto de rascacielos de Tokio... Esa escena y la anterior son para verlas un par de veces, hay muchas cosas que descubrir. :)

La directora recurre mucho a las tomas grabadas con la cámara al hombro... no sé como se llama eso en el cine, pero me transmitía cercanía, humanidad, en contraposición con las tomas con cámara fija.

Y las escenas que te muestran de Japón... y más concretamente de Tokio... sus rincones, su gente, los sitios donde la gente se divierte, su cultura... es otro mundo. ¡Hay que visitarlo como sea!

Bueno, es sólo una opinión personal. Hay gente que prefiere un cine más normal, para pasar el rato. También a veces hablo muy bien de una música o una película porque me ha calado hondo, y la gente se hace ilusiones y cuando ven la película o escuchan la música puede decepcionarles un poco... pero eso ya no puedo evitarlo :)

También es que me he sentido identificado con la película entre otras cosas porque cuando fui a Noruega tuve al principio una sensación muy parecida a la de Bob y Charlotte... Amigos noruegos que nos llevaban a sitios, conocíamos mucha gente, pero cuando hablaban en noruego tenía la sensación de estar y no estar al mismo tiempo, y era algo desesperante.

Y qué hago yo a estas horas despierto teniendo que trabajar mañana! ...será que quiero más. :S

jueves, 17 de marzo de 2005

jugando a detectives

¿Cómo encontrarías a una persona de la que hace años que no sabes prácticamente nada? Sólo sabes su nombre y el de sus padres. Fuisteis muy buenos amigos desde pequeños. Pero cuando tenías unos 15 años se fue a un país lejano y se mezcló con ochenta millones de personas más sin dejar rastro alguno. No sabes en qué ciudad de ese país puede estar ahora mismo (suponiendo que siga en ese mismo país). Ni a ti ni a esa persona se os ocurrió seguir en contacto, y no sabes muy bien por qué, lo cual hace el asunto aún más interesante.

Es posible que, hablando con amigos comunes a los dos, encuentres algo que te permitiese seguirle la pista... Pero por ese camino tal vez te arriesgas a que sea demasiado fácil encontrarla, y el juego se acabaría pronto... no, no es buena idea. No sabes muy bien por qué... pero no.

Y google te devuelve cero (0) resultados cuando escribes su nombre y apellidos entre comillas. Ella no existe en ninguna de las 8.058.044.651 páginas que tiene google en su base de datos. Pero eso no quiere decir que no exista en internet...

martes, 15 de marzo de 2005

no es por falta de ganas

Hay ganas de escribir. Ganas de poder expresar lo que se piensa. Y lo que no se piensa. Lo que está ahí y no lo vemos. A veces sólo hay que coger la pluma y dejar que ella piense por uno. Entonces van apareciendo las palabras, lentamente pero con decisión, como si hubiesen estado esperando desde hace tiempo el momento de ser escritas. Van fluyendo... una tras otra... y van encajando como piezas en un puzzle, como teselas en un mosaico o como fotogramas en una película. Una película que estaban proyectando en este mismo momento en un rincón perdido de ti mismo. ¡Y te lo estabas perdiendo...! Pero cogiste la pluma y ahora disfrutas de una película que seguro que te va a gustar.

Escuchando: Paula Morelenbaum - Berimbaum

viernes, 4 de marzo de 2005

las oportunidades

... o también cómo sentir como un niño.

Estoy convencido de que todos tenemos un sueño que le da sentido a nuestra vida, algo que está ahí porque lo deseamos con una fuerza terrible, aunque muchas veces sea el subconsciente el encargado de preservarlo. Nuestro sueño o deseo en la vida es muy probable que sea aquello con lo que soñábamos de pequeños, cuando nuestra mente no estaba todavía contagiada de prejuicios y desengaños. Cuando somos pequeños nuestros sueños están aún transparentes, intactos, en su estado puro. Nos preguntan qué queremos ser de mayor y lo decimos sin dudar y con chiribitas en los ojos.

Luego crecemos y empezamos a dudar. Tal vez ése sea el proceso natural, crecer tanto física como psíquicamente... y tal vez aquellos sueños de niño fueran simplemente eso: cosas de niños. Nada que se pueda tomar en serio. Pero, ¿quién te asegura que eso sea así? Es más, suponiendo que fuese así, ¿necesitas que alguien te demuestre que los sueños no existen?.

Yo estoy convencido de que todos tenemos un sueño personal. Y, para encontrarlo, puede ayudarnos el hecho de ser capaz de sentir las cosas como cuando éramos niños. Un niño no tiene miedo al ridículo, no se echa atrás, cree firmemente en lo que piensa. Se puede equivocar, pero no por eso dejará de lado sus ideas. Simplemente probará otros caminos, otra forma de conseguirlo.

Cuando la vida te presente una oportunidad, no la dejes escapar, porque es tuya. Lo que para ti es una oportunidad puede no serlo para otra persona. ¿Por qué?. Pues porque cada persona tiene su sueño, y las oportunidades son como las señales que nos indican el camino a seguir para cumplirlo. Si esa oportunidad realmente supone un acercamiento hacia tu sueño, seguro que pensarás cosas como "no merece la pena que lo intente", "es imposible que pueda salir bien", "no soy capaz de hacerlo", "seguro que son imaginaciones mías", "si lo intento haré el ridículo", y cosas así. Pensarás eso porque la vida ya te ha dado muchos palos, porque ya te has llevado muchos desengaños y tu mente ya está contagiada de prejuicios. Pero en el fondo sabes que deseas hacerlo, y deseas que salga bien. Porque ése es el camino que te lleva a tu sueño.

Ahora sólo falta encontrar la manera de no hacer caso a esas ideas que te echan atrás, ideas provocadas por la misma experiencia de la vida. Piensa como un niño. No tengas miedo al ridículo. Sé tu mismo. Si te llevas un desengaño, es parte del camino. Nadie dijo que fuese fácil. Precisamente por ser difícil puede ser la clave de todo el asunto.

Se que son imaginaciones mías, pero todo encaja. Y a mi me sirve, en serio.

domingo, 27 de febrero de 2005

cerrar un ciclo

Es curioso cómo a veces, cuando tengo un problema entre manos, me encuentro por casualidad con algo que es justamente lo que me hacía falta encontrar.

Hace casi un mes que escribí lo de los tesoros personales, y entonces me parecía buena idea lo de guardar tesoros. Preparé un cofre y lo llené con todo lo que encontré, y lo enterré bien hondo en un rincón. Poco después salió el tema con una amiga y se lo comenté. Ella también había pasado por algo parecido, pero en cambio ella decidió tirar el tesoro a la basura. Decía que era una estupidez guardarlo, que me haría daño y que era como no acabar de reconocer que todo eso pertenece al pasado. Me dijo que no era necesario guardar nada, porque lo que merecía la pena guardar estaba ya guardado en mi memoria.. Tuve que admitir que tenía razón. Está claro que todos estos años no se olvidarán tan fácilmente, pero es que tampoco tengo que tener miedo a olvidarlos.

laika
En su día escribí que por mucho que doliese guardar, no era buena idea tirar tesoros a la basura porque constituían gran parte de lo que somos hoy. Ahora, sin embargo, creo que lo que forma parte de nosotros son los recuerdos, que son los que dejan huella en nuestra personalidad y modifican nuestra forma de ser con el tiempo. Los objetos, cartas, fotos... son bonitos porque nos refrescan la memoria, pero tal vez no sean tan necesarios. Y hasta pueden hacer de lastre en nuestra vida.

Creo que todo esto se resume muy bien en este artículo, que me he encontrado por casualidad hoy en la última página de El Semanal, y que casualmente es justo lo que necesitaba encontrar. Qué cosas :)

Aviso: Todo lo que escribo tiene una fecha pegada. Igual dentro de un tiempo vuelvo a cambiar de idea respecto a lo de los tesoros. Es lo que pasa cuando el universo es tan grande y tu eres tan pequeño. Nunca dejas de descubrir algo nuevo.


En la mesa de noche: El Alquimista, de Paulo Coelho.
En el CD: 25 miles to Kissimmee, de Fool's Garden.

martes, 8 de febrero de 2005

el tren de la vida

Un buen amigo me ayudó ayer enviándome, entre otras cosas, una presentación con la historia (o relato) que pego a continuación. Desde aquí le doy las gracias :)

El mismo relato aparece en internet en varias versiones, pero la idea es la misma.

"Hace algún tiempo atrás leí un libro que comparaba la vida con un viaje en tren.
Una lectura extremadamente interesante, cuando es bien interpretada.

La vida no es más que un viaje por tren: repleto de embarques y desembarques, salpicado de accidentes, sorpresas agradables en algunos embarques, y profundas tristezas en otros.

el tren de la vida
Al nacer, nos subimos al tren y nos encontramos con algunas personas las cuales creemos que siempre estarán con nosotros en este viaje: nuestros padres. Lamentablemente la verdad es otra. Ellos se bajarán en alguna estación dejándonos huérfanos de su cariño, amistad y su compañía irreemplazable.No obstante esto no impide que se suban otras personas que serán muy especiales para nosotros. Llegan nuestros hermanos, amigos y esos amores maravillosos.

De las personas que toman este tren, habrá también los que lo hagan como un simple paseo. Otros que encontrarán solamente tristeza en el viaje… Y habrá otros que, circulando por el tren, estarán siempre listos para ayudar a quien lo necesite. Muchos, al bajar, dejan una añoranza permanente… Otros pasan tan desapercibidos que ni siquiera nos damos cuenta de que desocuparon el asiento.

Es curioso constatar que algunos pasajeros, quienes nos son más queridos, se acomodan en vagones distintos al nuestro. Por lo tanto, se nos obliga a hacer el trayecto separados de ellos. Desde luego no se nos impide que, durante el viaje, recorramos con dificultad nuestro vagón y lleguemos a ellos...Pero lamentablemente, ya no podremos sentarnos a su lado porque habrá otra persona ocupando el asiento. No importa; el viaje se hace de este modo: lleno de desafíos, sueños, fantasías, esperas y despedidas... pero jamás regresos.

Entonces, hagamos este viaje de la mejor manera posible. Tratemos de relacionarnos bien con todos los pasajeros, buscando en cada uno lo mejor de ellos. Recordemos siempre que, en algún momento del trayecto, ellos podrán flaquear y probablemente tendremos que entenderlos…Ya que nosotros también muchas veces flaquearemos, y habrá alguien que nos comprenda.

El gran misterio, al final, es que no sabremos jamás en qué estación bajaremos, y mucho menos dónde bajarán nuestros compañeros, ni siquiera el que está sentado en el asiento de al lado.

el tren de la vida
Me quedo pensando si cuando baje del tren sentiré nostalgia... Creo que sí. Separarme de algunos amigos que hice durante el viaje será doloroso. Dejar que mis hijos sigan solos, será muy triste.

Pero me aferro a la esperanza de que, en algún momento, llegaré a la estación principal y tendré la gran emoción de verlos llegar con un equipaje que no tenían cuando embarcaron. Lo que me hará feliz será pensar que colaboré con que el equipaje creciera y se hiciera valioso."

domingo, 6 de febrero de 2005

¡quiero más!

Me suelo quedar despierto hasta las tantas. Duermo poco entre semana, normalmente menos de 6 horas. Los fines de semana me acuesto no antes de las 4 y me levanto cerca de la 1 de la tarde. Está todo descontrolado.

Podría acostarme más pronto entre semana, pero no lo aguanto. Ahí está el problema.

la cima
A veces pienso que me quiero acostar tarde porque durante el día trabajo, durante la tarde trabajo, y nunca tengo tiempo para mí, para jugar, para ocio, para charlar con gente, etc. Y así me daban la 1 o las 2 de la mañana. Pensaba que era deprimente tener que acostarse pronto, que el día debería tener más horas para poder disfrutar de la vida... No podía ser posible dedicar todo el día a trabajar, eso no es vida.

Hoy no me vale eso de que hay que querer lo que se hace, y no sólo hacer lo que se quiere. No me lo creo, no vale. Hay mucha gente que hace lo que le gusta y vive de eso. Lo otro es puro conformismo, y en este momento no estoy yo para conformismos.

Hoy es domingo, he venido de trotar un poco por la ciudad, deporte y tal, que de vez en cuando viene bien. Y trotando he pensado que mañana es lunes, que hay que volver al trabajo... ¡que rápido se ha pasado el fin de semana! Y me vino a la cabeza lo de acostarme tarde y porqué esa necesidad tan fuerte, ese casi odio a acostarme a las 11 de la noche. Puede que sea por querer evitar a toda costa que el día acabe... Es como si sintiera que el día vivido no me ha llenado, que debe haber algo más y hay que exprimirlo para encontrarlo, y hay que hacerlo antes de que se acabe el día. Irse a la cama supone pasar página, contar un día más en tu vida y afrontar el siguiente. Una vez que cierras los ojos ya da igual que estés satisfecho con el día o no. Cerrar los ojos al dormir equivale a fichar al salir del trabajo. Ya está hecho. No hay vuelta atrás.

Al quedarme despierto intento que el día no acabe, como si buscase algo más, como si no estuviese conforme con el día vivido. Pero tarde o temprano hay que irse a dormir, es inevitable... y si no lo hago estoy tirando por tierra todo el día siguiente y será aún peor.

¡O pillo un par de días para desconectar o reviento! :@

the zoomquilt

Es como un dibujo en dos dimensiones pero que al hacer zoom tiene profundidad... es tridimensional y cíclico :O

http://www.zoomquilt.org/


Si los enlaces no os funcionan se arregla recargando la página (tecla F5)

zoomquilt01         zoomquilt02

La versión en flash tarda un poco en cargar, lo mejor es bajarse el salvapantallas.

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.:· Actualización del 10 de noviembre de 2007 .:·

He cambiado el enlace, que no iba bien. Y también han sacado un nuevo trabajo, zoomquilt 2. Más detallado, más grande y más siniestro. Aquí tenéis la versión en flash. Si acercáis el ratón a la parte izquierda os aparecen los créditos y un control para la velocidad y el sentido de la presentación (mola más verlo hacia atrás)

Gracias por el aviso del enlace roto, liberli :)

miércoles, 2 de febrero de 2005

tesoros personales

Cuando tienes 15 años hay muchos momentos en la vida que dejan huella. A veces decide uno inmortalizarlos para que nunca se pierdan: una foto, una página en un diario, una carta, un objeto personal...

Luego creces y esos tesoros siguen ahí enterrados en algún cajon. De vez en cuando los desentierras y empiezas a recordar. Unos tesoros te hacen sonreir, otros te hacen un nudo en la garganta, otros te estremecen... Pero todos son tuyos y en cierto modo constituyen gran parte de lo que eres hoy.

Un buen día puede que se te cruce en la vida alguien que haga que todo lo que has vivido hasta ese momento no sea nada comparado con lo que te queda por vivir. Entonces dejas de mirar atrás para mirar al frente. Te olvidas de recordar. Y puede que también te olvides de tus antiguos tesoros.

aalesund
No solo puede que te olvides de ellos, sino que además dejen de ser un tesoro. ¿Para qué los quieres, si tu futuro promete mil veces más que tu pequeño pasado? Por eso luego, en un momento crucial de tu vida en el que sientas que tienes que elegir entre pasado o futuro, puedes cometer la estupidez de tirar todo tu tesoro a la basura. Borras toda huella de tu pasado y te lo juegas todo al futuro.

Y luego va el futuro y se deshace en tu misma cara. Hasta que no te pasa eso por primera vez no te acabas de creer que esas cosan sucedan. Pero suceden. Visto y no visto. Vaya, que llegó la hora de volver a recordar. Ahora sólo te quedan los tesoros de esta última etapa de tu vida. Los de las etapas anteriores los tiraste a la basura.

Por muy grande que sea el nudo en la garganta al recordar esta última etapa, no hagas otra vez la tontería de tirar tesoros a la basura. En cierto modo constituyen gran parte de lo que eres hoy...

viernes, 21 de enero de 2005

indirectas, insinuaciones...

- Buenas. Me voy a llevar este libro de Saramago, que dicen que está muy bien.
- Son 6,95.
- Mmm... pues aquí dice 7,50...
- Ya, pero es que lleva el 10% de descuento.
- Ah, ¡que bien!... y eso, ¿Por qué? ¿Rebajas de enero?.
- No...
- Ah, es porque ya está muy visto ya por la gente... (tenía alguna esquina un poco gastada).
- NO. Es porque a los vecinos los tratamos de una forma especial.
- Ah... qué nivel. Pues muchas gracias, entonces. Hasta luego.

El librero de la tienda que hay debajo de mi casa pareció sorprendido (o incluso un poco indignado) cuando le dije que el libro costaba menos por estar un poco gastado... Se apresuró a decir que el descuento era porque a los vecinos los trataba de forma especial. No creo que me haya mentido.

Pero un problema que tengo es que suelo ser demasiado directo. Me lo dicen mis amigos, y hasta cuando bebo un poco más de la cuenta me dicen de coña que me pongo muy borde con la gente. Pero es que a estas alturas de la vida prefiero ir con la verdad por delante a ser malinterpretado. Si mis ideas molestan a alguien, que venga y me lo diga. Intercambiaremos opiniones y todos saldremos ganando. Pero hablando, ¿no? Que somos personas...

En una situación normal, lo del libro muy visto por la gente habría sido una indirecta de las gordas, culpando al librero de dejar que la gente estropee la mercancía. Que los libros se hojeen antes de comprarlo lo veo lógico (aunque puedo estar equivocado). Y de tanto hojearlos, se gastan. Si no me gustan los libros gastados pues no los compro y ya está. No se lo dije con mala intención.

A lo que voy. Las indirectas me agobian un montón. Tal vez es que soy demasiado simple como para leer mucho entre líneas. O tal vez es por haber estado muchos años conviviendo con alguien con quien tenía que usar mi imaginación e intuición bastante a menudo para seguir adelante (hay que ver lo que hace una ilusión...). O tal vez estoy muy quemado por lo mismo y por eso he abierto un blog. Aunque me han dicho que soy muy negativo escribiendo, juro que no soy pesimista. 0:)

Creo que esto de las indirectas tiene algo que ver con lo que escribí hace ya algunos meses: tener que decir no cuando quieres decir si y al revés. Sería más fácil para todos actuar con la información que nos llega de los demás, sin tener que imaginarnos cosas que pueden ser o no ciertas.

Aunque sin indirectas se perderían muchas emociones de la vida. Porque las insinuaciones y las indirectas tienen mucho que ver. Y hay cierto tipo de insinuaciones que te hacen soñar. Aunque a veces atormenten, siempre son agradables en el fondo.

Vaya, al final me quedo con las indirectas aunque me agobien. Qué se le va a hacer, somos humanos. Lo último que yo quería era molestar al librero... pero es que no acabo de entender el mundo en el que vivo. Que alguien me lo explique...

sábado, 15 de enero de 2005

nos acerca

Un mensaje en el blog Art de Natalia, junto con los comentarios de Narú y Hache me han hecho pensar un poco en esto de la tecnología.

Tengo el blog configurado de forma que cuando alguien me deje un comentario, éste se envíe a una dirección de correo que a su vez redirecciona con otra cuenta de correo que me proporciona mi operadora de móviles, gracias a lo cual recibo un SMS en el mismo momento en que alguien me ha dejado un comentario en mi blog. Esté donde esté (o casi, porque en las lomas de Conil apenas hay cobertura, señor papanuel verde, hágase cargo, hohohó). De todas formas es genial, en serio. :)

teleHace poco, mi padre (da igual su identidad, pensad en un protón cualquiera, pero que sea tradicional y bien entrado en años) alucinaba mientras le enseñaba cómo viajar con su nuevo ordenador a través de internet, cómo saltar del museo del Louvre a las montañas nevadas del Himalaya con un solo clic, cómo encontrar al momento una poesía de la que él recordaba sólo las 5 palabras del principio, cómo imprimirla para que se la llevase a sus amigos... y me quedé pensando "...cuando mi padre tenía mi edad, ver la televisión en blanco y negro era para él lo mismo que es para nosotros un frigorífico que te hace la compra sólo. Y su abuela decía que el teléfono y la radio eran cosas de brujas... ¿qué veré yo con su edad?"

Dicen que la tecnología nos acerca. Yo suelo usar el messenger a menudo, aunque no me considero enganchado (durante un tiempo sí lo estuve). Ciertamente viene muy bien cuando quieres avisar a alguien de algo, preguntar cualquier cosa o simplemente charlar por charlar.

Charlar... Bueno venga, chatear. Escribir. Yo escribo, tu me escribes. Y nos estamos comunicando. Si te parece muy frío pues te pongo una foto mía al lado de la conversación y ya me ves. Si aun así te parece frío, con una conexión decente (y si no nos da corte) podemos usar la webcam. Te veoo, te oigooo, me ves, me oyes. En tiempo real, al instante. ¡La tecnología nos acerca, es genial!. Estás ahí, te veo. Todavía no puedo oler tu perfume, pero ya inventarán dentro de poco un sistema capaz de emitir olores personalizados a través de la red.

Vaya, ahora se va la luz. Tu ordenador se ha apagado. Tu casa también. Miras por la ventana, es de noche. Tu barrio también se ha apagado. ¿Y tu amiga? ¿Y tu amigo? ¿También se han apagado? ¡Pero si estaban ahí, enfrente tuya!

Para mí, donde se ponga un café... una velita en la mesa... una cálida luz y carne humana a medio metro, que se quiten las tecnologías que nos dicen que nos acercan.

No estoy en contra de la tecnología, me parece sencillamente maravillosa. Cura enfermedades, amplía nuestros límites, nos permite informarnos de lo que pasa en el mundo sin restricciones, acerca la cultura a la gente... La tecnología nos ayuda en la vida. Pero es tan poderosa que a veces, sin darnos cuenta, dejamos nuestras relaciones humanas en sus manos... deshumanizándonos.

Prefiero escribir una carta de mi puño y letra a un amigo lejano un par de veces al año que verlo todos los días en el messenger y no saber qué decirle, tal vez por tenerlo demasiado cerca. Pero por otro lado, no puedo permitirme dar una vuelta por la otra punta de Europa sólo para tomar un café. Así que sigo usando messenger a menudo :)

domingo, 9 de enero de 2005

I realize

If I could gather all the stars
and hold them in my hand,
the colors I would then possess
would not be half as grand
as those which I have seen
when I look deep into your eyes
or come across when I have kissed
your lips, I realize.

If I could ponder all the truths
men sought since time began,
they would not teach me more than if
I were to touch your hand.
For truth, to no one whom you have touched,
appears as simple lies;
and nothing could be truer than
your touch, I realize.

If I were given a lasting life
as only God can do,
I’d shun it all and turn away
if I could live with you.
For even God has never known
the immeasurable size
of the love that is within
your heart, I realize.

Es el poema que aparece en el tema "I realize", de Mosaik. Nunca había escuchado detenidamente lo que decía hasta que me dió por buscar la letra por ahí.

Para el que le interese la canción, se la puede bajar gratis desde la página que puse en el post de ayer (www.mosaik.se)

sábado, 8 de enero de 2005

flashback

Mosaik.RubikMosaik: plateau. O Dead Pixels. O Sunreal. Aparte de la música, silencio. Oscuridad en la calle, tenue iluminación indirecta en mis 15 metros cuadrados. Una acogedora alfombra cubriendo el no menos acogedor vinilo marrón oscuro. Y la calefacción encendida. 22 grados dentro, 2 o 3 fuera. Detrás mía, la cama y la lámpara de leer por la noche iluminando cálidamente mi santuario. Delante, el portátil, manuales de bases de datos, asp.net, C# y papeles, muchos papeles.

Ella viene de la cocina con dos tazas humeantes de café negro en una bandeja. Llama suavemente a la puerta solicitando ayuda, pues viene con las manos cargadas. Abro. Ella me sonríe y entra con el café recién hecho. Lo coloca en nuestra pequeña mesa, testigo directo de nuestras charlas en las reuniones de té, galletas safari, música y cartas.

Afuera nieva suavemente. En la luz de una farola del parking, vemos los copos cayendo pausadamente, en silencio.

Podría ser a finales de 2003. Aunque el calendario me dice que sólo ha pasado poco más de un año, sé que ha pasado mucho más tiempo. Para mí hay un salto muy grande desde entonces hasta ahora. Para mí.

Vacío.

En la mesa de noche: El húsar, de Arturo Pérez-Reverte. Para darse cuenta de la realidad.
En el CD: Mosaik. Ya para recordar.