domingo, 27 de febrero de 2005

cerrar un ciclo

Es curioso cómo a veces, cuando tengo un problema entre manos, me encuentro por casualidad con algo que es justamente lo que me hacía falta encontrar.

Hace casi un mes que escribí lo de los tesoros personales, y entonces me parecía buena idea lo de guardar tesoros. Preparé un cofre y lo llené con todo lo que encontré, y lo enterré bien hondo en un rincón. Poco después salió el tema con una amiga y se lo comenté. Ella también había pasado por algo parecido, pero en cambio ella decidió tirar el tesoro a la basura. Decía que era una estupidez guardarlo, que me haría daño y que era como no acabar de reconocer que todo eso pertenece al pasado. Me dijo que no era necesario guardar nada, porque lo que merecía la pena guardar estaba ya guardado en mi memoria.. Tuve que admitir que tenía razón. Está claro que todos estos años no se olvidarán tan fácilmente, pero es que tampoco tengo que tener miedo a olvidarlos.

laika
En su día escribí que por mucho que doliese guardar, no era buena idea tirar tesoros a la basura porque constituían gran parte de lo que somos hoy. Ahora, sin embargo, creo que lo que forma parte de nosotros son los recuerdos, que son los que dejan huella en nuestra personalidad y modifican nuestra forma de ser con el tiempo. Los objetos, cartas, fotos... son bonitos porque nos refrescan la memoria, pero tal vez no sean tan necesarios. Y hasta pueden hacer de lastre en nuestra vida.

Creo que todo esto se resume muy bien en este artículo, que me he encontrado por casualidad hoy en la última página de El Semanal, y que casualmente es justo lo que necesitaba encontrar. Qué cosas :)

Aviso: Todo lo que escribo tiene una fecha pegada. Igual dentro de un tiempo vuelvo a cambiar de idea respecto a lo de los tesoros. Es lo que pasa cuando el universo es tan grande y tu eres tan pequeño. Nunca dejas de descubrir algo nuevo.


En la mesa de noche: El Alquimista, de Paulo Coelho.
En el CD: 25 miles to Kissimmee, de Fool's Garden.

martes, 8 de febrero de 2005

el tren de la vida

Un buen amigo me ayudó ayer enviándome, entre otras cosas, una presentación con la historia (o relato) que pego a continuación. Desde aquí le doy las gracias :)

El mismo relato aparece en internet en varias versiones, pero la idea es la misma.

"Hace algún tiempo atrás leí un libro que comparaba la vida con un viaje en tren.
Una lectura extremadamente interesante, cuando es bien interpretada.

La vida no es más que un viaje por tren: repleto de embarques y desembarques, salpicado de accidentes, sorpresas agradables en algunos embarques, y profundas tristezas en otros.

el tren de la vida
Al nacer, nos subimos al tren y nos encontramos con algunas personas las cuales creemos que siempre estarán con nosotros en este viaje: nuestros padres. Lamentablemente la verdad es otra. Ellos se bajarán en alguna estación dejándonos huérfanos de su cariño, amistad y su compañía irreemplazable.No obstante esto no impide que se suban otras personas que serán muy especiales para nosotros. Llegan nuestros hermanos, amigos y esos amores maravillosos.

De las personas que toman este tren, habrá también los que lo hagan como un simple paseo. Otros que encontrarán solamente tristeza en el viaje… Y habrá otros que, circulando por el tren, estarán siempre listos para ayudar a quien lo necesite. Muchos, al bajar, dejan una añoranza permanente… Otros pasan tan desapercibidos que ni siquiera nos damos cuenta de que desocuparon el asiento.

Es curioso constatar que algunos pasajeros, quienes nos son más queridos, se acomodan en vagones distintos al nuestro. Por lo tanto, se nos obliga a hacer el trayecto separados de ellos. Desde luego no se nos impide que, durante el viaje, recorramos con dificultad nuestro vagón y lleguemos a ellos...Pero lamentablemente, ya no podremos sentarnos a su lado porque habrá otra persona ocupando el asiento. No importa; el viaje se hace de este modo: lleno de desafíos, sueños, fantasías, esperas y despedidas... pero jamás regresos.

Entonces, hagamos este viaje de la mejor manera posible. Tratemos de relacionarnos bien con todos los pasajeros, buscando en cada uno lo mejor de ellos. Recordemos siempre que, en algún momento del trayecto, ellos podrán flaquear y probablemente tendremos que entenderlos…Ya que nosotros también muchas veces flaquearemos, y habrá alguien que nos comprenda.

El gran misterio, al final, es que no sabremos jamás en qué estación bajaremos, y mucho menos dónde bajarán nuestros compañeros, ni siquiera el que está sentado en el asiento de al lado.

el tren de la vida
Me quedo pensando si cuando baje del tren sentiré nostalgia... Creo que sí. Separarme de algunos amigos que hice durante el viaje será doloroso. Dejar que mis hijos sigan solos, será muy triste.

Pero me aferro a la esperanza de que, en algún momento, llegaré a la estación principal y tendré la gran emoción de verlos llegar con un equipaje que no tenían cuando embarcaron. Lo que me hará feliz será pensar que colaboré con que el equipaje creciera y se hiciera valioso."

domingo, 6 de febrero de 2005

¡quiero más!

Me suelo quedar despierto hasta las tantas. Duermo poco entre semana, normalmente menos de 6 horas. Los fines de semana me acuesto no antes de las 4 y me levanto cerca de la 1 de la tarde. Está todo descontrolado.

Podría acostarme más pronto entre semana, pero no lo aguanto. Ahí está el problema.

la cima
A veces pienso que me quiero acostar tarde porque durante el día trabajo, durante la tarde trabajo, y nunca tengo tiempo para mí, para jugar, para ocio, para charlar con gente, etc. Y así me daban la 1 o las 2 de la mañana. Pensaba que era deprimente tener que acostarse pronto, que el día debería tener más horas para poder disfrutar de la vida... No podía ser posible dedicar todo el día a trabajar, eso no es vida.

Hoy no me vale eso de que hay que querer lo que se hace, y no sólo hacer lo que se quiere. No me lo creo, no vale. Hay mucha gente que hace lo que le gusta y vive de eso. Lo otro es puro conformismo, y en este momento no estoy yo para conformismos.

Hoy es domingo, he venido de trotar un poco por la ciudad, deporte y tal, que de vez en cuando viene bien. Y trotando he pensado que mañana es lunes, que hay que volver al trabajo... ¡que rápido se ha pasado el fin de semana! Y me vino a la cabeza lo de acostarme tarde y porqué esa necesidad tan fuerte, ese casi odio a acostarme a las 11 de la noche. Puede que sea por querer evitar a toda costa que el día acabe... Es como si sintiera que el día vivido no me ha llenado, que debe haber algo más y hay que exprimirlo para encontrarlo, y hay que hacerlo antes de que se acabe el día. Irse a la cama supone pasar página, contar un día más en tu vida y afrontar el siguiente. Una vez que cierras los ojos ya da igual que estés satisfecho con el día o no. Cerrar los ojos al dormir equivale a fichar al salir del trabajo. Ya está hecho. No hay vuelta atrás.

Al quedarme despierto intento que el día no acabe, como si buscase algo más, como si no estuviese conforme con el día vivido. Pero tarde o temprano hay que irse a dormir, es inevitable... y si no lo hago estoy tirando por tierra todo el día siguiente y será aún peor.

¡O pillo un par de días para desconectar o reviento! :@

the zoomquilt

Es como un dibujo en dos dimensiones pero que al hacer zoom tiene profundidad... es tridimensional y cíclico :O

http://www.zoomquilt.org/


Si los enlaces no os funcionan se arregla recargando la página (tecla F5)

zoomquilt01         zoomquilt02

La versión en flash tarda un poco en cargar, lo mejor es bajarse el salvapantallas.

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.:· Actualización del 10 de noviembre de 2007 .:·

He cambiado el enlace, que no iba bien. Y también han sacado un nuevo trabajo, zoomquilt 2. Más detallado, más grande y más siniestro. Aquí tenéis la versión en flash. Si acercáis el ratón a la parte izquierda os aparecen los créditos y un control para la velocidad y el sentido de la presentación (mola más verlo hacia atrás)

Gracias por el aviso del enlace roto, liberli :)

miércoles, 2 de febrero de 2005

tesoros personales

Cuando tienes 15 años hay muchos momentos en la vida que dejan huella. A veces decide uno inmortalizarlos para que nunca se pierdan: una foto, una página en un diario, una carta, un objeto personal...

Luego creces y esos tesoros siguen ahí enterrados en algún cajon. De vez en cuando los desentierras y empiezas a recordar. Unos tesoros te hacen sonreir, otros te hacen un nudo en la garganta, otros te estremecen... Pero todos son tuyos y en cierto modo constituyen gran parte de lo que eres hoy.

Un buen día puede que se te cruce en la vida alguien que haga que todo lo que has vivido hasta ese momento no sea nada comparado con lo que te queda por vivir. Entonces dejas de mirar atrás para mirar al frente. Te olvidas de recordar. Y puede que también te olvides de tus antiguos tesoros.

aalesund
No solo puede que te olvides de ellos, sino que además dejen de ser un tesoro. ¿Para qué los quieres, si tu futuro promete mil veces más que tu pequeño pasado? Por eso luego, en un momento crucial de tu vida en el que sientas que tienes que elegir entre pasado o futuro, puedes cometer la estupidez de tirar todo tu tesoro a la basura. Borras toda huella de tu pasado y te lo juegas todo al futuro.

Y luego va el futuro y se deshace en tu misma cara. Hasta que no te pasa eso por primera vez no te acabas de creer que esas cosan sucedan. Pero suceden. Visto y no visto. Vaya, que llegó la hora de volver a recordar. Ahora sólo te quedan los tesoros de esta última etapa de tu vida. Los de las etapas anteriores los tiraste a la basura.

Por muy grande que sea el nudo en la garganta al recordar esta última etapa, no hagas otra vez la tontería de tirar tesoros a la basura. En cierto modo constituyen gran parte de lo que eres hoy...