viernes, 6 de enero de 2006

una noche mágica

Anoche fue una noche mágica.

Como todos los años, dejó en la ventana sus zapatos, un poco de comida para los reyes (con un mantecado doble con una etiqueta en la que se leía “Para Melchor”) y tres cuencos de agua para los camellos.

Consideraba que se había portado bastante bien durante todo el año, o al menos lo suficiente como para que sus deseos se cumpliesen. Había ayudado en casa y en la calle, había estudiado duro durante el curso y también había trabajado algo en verano. Cada vez se llevaba mejor con su hermano mayor y ya apenas se mordía las uñas.

Se acostó temprano. Pero la euforia contenida durante tantas horas no le dejaba cerrar los ojos. Era el ansia por dormirse pronto, para que la noche pasase rápido y así poder ver cumplidos sus deseos a la mañana siguiente. Entonces sintió que echaba de menos los tiempos en los que creía que los reyes magos no existían, cuando todo era más fácil. No tenía que preocuparse por portarse bien durante el año, podía dormirse con tranquilidad sin que nada en su mente le pusiese de los nervios y no tenía que andar rogando a nadie que le regalasen nada. Unos cuantos días antes de la noche del día 5 iba a un centro comercial y simplemente compraba lo que iba a regalar a sus seres queridos. Ellos harían más o menos lo mismo.

Pero sobre todo, en aquellos tiempos tenía la certeza de que ni los Reyes ni la magia existían, lo cual le otorgaba una madurez y raciocinio que le proporcionaban seguridad. Sus pasos eran seguros, sus decisiones firmes y su personalidad más fuerte que el acero. En cambio ahora sentía que se desorientaba ante las decisiones que tenía que tomar en la vida, como si muchas cosas que tomaba como ciertas estuviesen nubladas por la duda o el desconocimiento. Como si fuese un niño que está empezando a descubrir el mundo que le rodea.

Así que echaba un poco de menos aquellos tiempos en los que no creía en los Reyes Magos. Pero no tenía porqué preocuparse: sólo era un poco. Sabía, sentía que, en el fondo de su corazón, la magia y la ilusión caminaban cogidas de la mano.

Y una vida sin ilusión no tenía sentido. Eso sí que lo tenía claro.


Espero que se hayan cumplido todos vuestros deseos. Y si ha quedado alguno pendiente, todavía tenéis algo con lo que ilusionaros ;)

Salud y sed felices

-Dani