viernes, 4 de marzo de 2005

las oportunidades

... o también cómo sentir como un niño.

Estoy convencido de que todos tenemos un sueño que le da sentido a nuestra vida, algo que está ahí porque lo deseamos con una fuerza terrible, aunque muchas veces sea el subconsciente el encargado de preservarlo. Nuestro sueño o deseo en la vida es muy probable que sea aquello con lo que soñábamos de pequeños, cuando nuestra mente no estaba todavía contagiada de prejuicios y desengaños. Cuando somos pequeños nuestros sueños están aún transparentes, intactos, en su estado puro. Nos preguntan qué queremos ser de mayor y lo decimos sin dudar y con chiribitas en los ojos.

Luego crecemos y empezamos a dudar. Tal vez ése sea el proceso natural, crecer tanto física como psíquicamente... y tal vez aquellos sueños de niño fueran simplemente eso: cosas de niños. Nada que se pueda tomar en serio. Pero, ¿quién te asegura que eso sea así? Es más, suponiendo que fuese así, ¿necesitas que alguien te demuestre que los sueños no existen?.

Yo estoy convencido de que todos tenemos un sueño personal. Y, para encontrarlo, puede ayudarnos el hecho de ser capaz de sentir las cosas como cuando éramos niños. Un niño no tiene miedo al ridículo, no se echa atrás, cree firmemente en lo que piensa. Se puede equivocar, pero no por eso dejará de lado sus ideas. Simplemente probará otros caminos, otra forma de conseguirlo.

Cuando la vida te presente una oportunidad, no la dejes escapar, porque es tuya. Lo que para ti es una oportunidad puede no serlo para otra persona. ¿Por qué?. Pues porque cada persona tiene su sueño, y las oportunidades son como las señales que nos indican el camino a seguir para cumplirlo. Si esa oportunidad realmente supone un acercamiento hacia tu sueño, seguro que pensarás cosas como "no merece la pena que lo intente", "es imposible que pueda salir bien", "no soy capaz de hacerlo", "seguro que son imaginaciones mías", "si lo intento haré el ridículo", y cosas así. Pensarás eso porque la vida ya te ha dado muchos palos, porque ya te has llevado muchos desengaños y tu mente ya está contagiada de prejuicios. Pero en el fondo sabes que deseas hacerlo, y deseas que salga bien. Porque ése es el camino que te lleva a tu sueño.

Ahora sólo falta encontrar la manera de no hacer caso a esas ideas que te echan atrás, ideas provocadas por la misma experiencia de la vida. Piensa como un niño. No tengas miedo al ridículo. Sé tu mismo. Si te llevas un desengaño, es parte del camino. Nadie dijo que fuese fácil. Precisamente por ser difícil puede ser la clave de todo el asunto.

Se que son imaginaciones mías, pero todo encaja. Y a mi me sirve, en serio.

5 comentarios:

Anónimo dijo...

No creo mucho en esto de los sueños. Nunca he tenido un sueño marcado, he tenido "sueñecitos" temporales; creo que es por eso que ahora, cuando tengo que decidir que haré el resto de mi vida, se hace todo mucho más difícil. Si tuviera ese sueño lo seguiría sin dudarlo, porque las frases que dices(haré el ridículo, no merece la pena...) no están en mi vocabulario. Pero lo malo es que no tengo ningún sueño (o si lo tengo, está muy oculto) y eso me hace sentir mal.

Un beso.(De momento no cierro mi bocaza)

Anónimo dijo...

Yo paso la mitad de mi tiempo soñando. Soñando con que las cosas son de otro modo, soñando con que las cosas pueden cambiar si nos lo proponemos y eso que nunca ha estado segura de lo que quería hacer con mi vida. De lo que siempre he estado segura es de lo que no quería hacer el resto lo he ido aprendiendo con la experiencia.
Gracias por este post supongo que necesitaba saber que otros opinan lo mismo que yo: merece la pena luchar por hacer realidad un sueño.

Nere dijo...

Iba a decir lo mismo que Natalia, pienso que no seguimos los sueños que teníamos de pequeños porque no somos los mismos que entonces y nuestra experiencia es muy distinta. Yo, por ejemplo, quería ser de mayor "cuartetera", pero después me enteré que eso no era una profesión, depués decidí que sería "encanastadora", pero cuando aprendí que en el baloncesto se encesta, en lugar de encanastar, supe que eso no era lo mío. Mi sueño era ser peluquera, aquello duró poco y me dio por la medicina, esto ya parecía más sólido y hasta los 12 años tenía claro mi futuro. Ahora estudio psicología, no sé donde voy a acabar y sólo sé que quiero ser feliz, lo que sea necesario para lograrlo lo haré, no voy a perder la parte más interactiva de vida, para algo soy su protagonista.

Un Beso y vuelve cuando quieras.

pequeño qvark dijo...

narú: piensa que tal vez la decisión que tienes que tomar ahora no condicionará el resto de tu vida... Yo estudié informática y ahora que ya prácticamente la he acabado empiezo a dudar de que fuera ése mi sueño. Pero bueno, tal vez en un futuro pueda estudiar otra cosa, quien sabe. Tampoco me preocupa mucho... cuando estoy agobiado no puedo pensar claramente. Y para no agobiarme prefiero aprender a depender de mí y no de mi trabajo o mi carrera. Por otro lado, en la facultad conocí a un viejecito de 74 años que tenía ya 7 carreras a sus espaldas y estaba estudiando historia... eso da que pensar. Nunca es tarde.
Un beso niña, y gracias por no cerrar tu bocaza ;)
--------------------------
natalia: De nada por el post :). Me alegra un montón ver que a alguien más le puede servir lo que pienso.
---------------------------
cuñá: Yo de chico quería ser naturalista (que no naturista), como Felix Rodríguez de la Fuente. Luego me enteré de que él era en realidad dentista... y entonces pensé en el naturalismo como hobby. Luego pensé en veterinario... y al final voy y me hago informático. Ver para creer. :P

Gracias por la invitación. Volveré en cuantito pueda, eso está claro. Me ha encantao pasar el finde con vosotros, ha estado de lujo :)

Anónimo dijo...

Sigue soñando, no lo dejes. Vuela, salta. Aún así no olvides donde está el suelo, pero por lo que más quieras, no dejes que el calor y el tiempo te pegue los zapatos al asfalto.

El trabajo, las prisas... Yo noto a veces el suelo pegajoso y asusta, porque no te das cuenta y cada vez te cuesta más andar.

Me has ayudado a recordar que es hora de volver al camino de tierra. Ese que sube y baja, ese que tiene piedras pero que se recorre lento, con tiempo para reaccionar y rodearlas. Ese que te obliga a cruzar el rio mojándote y que te ofrece los mejores paisajes, los más puros, los que ve poca gente.

Gracias.