jueves, 6 de julio de 2006

a propósito de viajes y puertas


bambú
Originally uploaded by qvark.
Cada viaje que realizas es como un tránsito entre dos mundos. Es como cruzar una puerta, pero a lo grande.

Hay algunas puertas que pasan desapercibidas cuando las cruzas. Como por ejemplo la puerta que separa tu dormitorio del pasillo. La cruzas a diario, decenas de veces. Pura rutina.

La puerta que separa tu casa de la calle exige mayor atención, sin embargo. Supone abandonar el hogar y entrar en el mundo exterior. Pasar de lo conocido a lo desconocido. Porque, aunque nos creemos que conocemos lo que hay ahí afuera, la calle nos puede sorprender con algo distinto cada día. Los días nos pueden parecer iguales, pero por lo general es nuestro ánimo el que hace que parezca así.

La puerta de un museo nos puede llevar al mundo de hace miles de años. La puerta de un restaurante o un bar de copas nos puede llevar a una noche inolvidable. Y la de un cine también nos puede transportar en el espacio y en el tiempo.

La puerta de tu primera empresa, por la que entras el primer día de tu primer trabajo. Cuando llevas ya un tiempo dentro es posible que acabes aborreciéndola si la emoción del primer sueldo ya la enterraron las broncas del jefe y el estrés diario. Pero un buen día la cruzas y, de repente, algo en tu mente salta y revives la primera vez que pasaste por esa puerta. Te das la vuelta y la miras. Desde dentro, no desde fuera. Y sonríes, porque a pesar de todo has llegado más lejos de lo que pensabas en un principio.

Hay puertas que un día decides cruzar sin saber muy bien a dónde te llevarán. Es como entrar en una habitación a oscuras. Al principio sientes miedo al vacío, a lo indefinido. Entonces te lanzas y das el salto. Descubres que no era tan dramático, que sigues vivo a pesar de estar en la oscuridad. Después de todo, cuando cierras los ojos también estás a oscuras... pero ahora andas desorientado, dando palos de ciego. Poco a poco, tus ojos se van acostumbrando a la oscuridad. Al final eres capaz de moverte con soltura en la habitación, la percibes como si fuese de día, la conoces como si fuese tu casa.

Un viaje planificado lo encuentro similar al umbral de mi casa. Sabes lo que te vas a encontrar de antemano, pero a los imprevistos les gusta colarse en tu vida, y tienes que aceptarlo aunque a veces no te gusten.

Un viaje no planificado es como cruzar la puerta que te lleva a la habitación oscura. Es como ir a Madrid de noche y solo, en autobús, sin mapa, sin conocerte ni la ciudad ni el metro. Sin saber si saldrá bien o no, pero con el corazón cargado de ilusión.

La habitación oscura está esperándote al final del viaje. Cruzarás la puerta a eso de las nueve de la mañana. Hora local. :)

1 comentario:

Anónimo dijo...

Lo verdaderamente complicado es salir de nosotros mismos de nuestra vida para darnos cuenta de que hay más vidas, más mundos. Ni siquiera tenemos que salir de nuestra casa, solo con hojear un periódico o leer un libro...nos damos cuenta de que no estamos solos en el mundo y que en realidad no somos tan importantes, que nuestros problemas no son para tanto... y que solo estamos de paso.